«Nuestro problema actual es que nos hemos equivocado al privilegiar la relación económica con Brasil, postergando la unidad con las naciones hispanoamericanas.Con el Brasil tenemos muchos intereses económicos similares, pero no una historia, una lengua y una etnia comunes. El error de apreciación deriva de considerar prioritarias y aun excluyentes, en los procesos de integración, las cuestiones económicas, despreciando el poder de vinculación duradera que poseen los factores políticos, culturales y afectivos, al menos entre descendientes de españoles e indios. No nos une el amor. Brasil se unió con la Argentina en el Mercosur cuando le convino»
El siguiente artículo fue publicado en 1999 en la sección Tribuna Abierta, en la versión digital del diario argentino Clarín. Autor: Juan G. Labake, ex diputado nacional, ex asesor del presidente Menem y ex embajador.
La idea no es nueva. La planteó por primera vez Simón Bolívar. San Martín la acariciaba. Desde el río Bravo hasta Ushuaia podríamos formar una enorme confederación de unos 259 millones de habitantes. Tanto como los EE.UU. y un poco menos que la Unión Europea. El doble que Japón. Ayer fue un sueño frustrado. Hoy es una necesidad imperiosa.La confederación hispanoamericana de naciones, junto con el logro de una efectiva bioceaneidad funcional, la conquista de los mercados del Extremo Oriente y el aprovechamiento integral de nuestro territorio, que conlleva una política demográfica de aumento poblacional y de inversiones debidamente orientadas, constituye el grupo básico de objetivos políticos estratégicos que debería adoptar nuestro país. La Argentina vive las consecuencias de dos hechos clave: la globalización, que amenaza con barrer del mapa a las naciones aisladas e indefensas, y la conducta individualista del Brasil en el Mercosur. El primero no necesita comentarios. El segundo, en cambio, requiere una reflexión serena. Nuestro problema actual es que nos hemos equivocado al privilegiar la relación económica con Brasil, postergando la unidad con las naciones hispanoamericanas.Con el Brasil tenernos muchos intereses económicos similares, pero no una historia, una lengua y una etnia comunes. El error de apreciación deriva de considerar prioritarias y aun excluyentes, en los procesos de integración, las cuestiones económicas, despreciando el poder de vinculación duradera que poseen los factores políticos, culturales y afectivos, al menos entre descendientes de españoles e indios.No nos une el amorBrasil se unió con la Argentina en el Mercosur cuando le convino. Y a la hora de resolver su crisis de enero pasado, se olvidó de nosotros.La devaluación brasileña nos obligará a abandonar la convertibilidad con paridad fija establecida en un dólar por un peso, o a soportar enormes déficit en el balance comercial bilateral o a dejar que el Mercosur pierda toda potencia integradora. Hoy, ese tratado es casi una entelequia. Poco y nada podremos venderles mientras nuestro peso permanezca fijo.Ahora Brasil está buscando unilateralmente un acuerdo con el Pacto Andino que completará nuestro aislamiento en Sudamérica. No hay afectio societatis. México cometió un error similar al dejarse absorber en el NAFTA. Con las otras naciones de origen hispánico, el acuerdo será más fácil y sólido que con el Brasil, con la única condición de no comenzar sólo por lo económico, terreno en el cual las diferencias son abismales. Requerirá varios años y mucha paciencia congeniar las economías argentina o mexicana con la nicaragüense o la boliviana. Habrá que comenzar ahora, aunque con el ánimo templado. Habrá voluntad multilateral de lograrlo, en la medida en que el objetivo sea la unión confederal de base fundamentalmente política y social, para la cual, estoy convencido, habrá consenso popular. Simultáneamente, y poco a poco, podremos integrar nuestros mercados, sin asfixiar a las economías más débiles, como sucede hoy entre el Brasil y la Argentina y entre México y los EE.UU.El Mercosur se formó con demasiada premura y cediendo ante la experta diplomacia brasileña.El primer paso de una estrategia sensata que debe llevarnos en un cuarto de siglo a recuperar totalmente el liderazgo perdido en Latinoamérica, es, a mi entender, la inmediata propuesta de crear una confederación de naciones hispanoamericanas, que funcione simultáneamente con el Mercosur, sin enfrentarlo ni siquiera sustituirlo: ambos proyectos deben marchar por caminos paralelos. Con el tiempo, se podrá pensar en ampliar la confederación con la inclusión del Brasil, si este lo desea. Las principales funciones de dicha Confederación podrían ser: Acordar posiciones comunes en todas las cuestiones que se traten en la OEA.Tribunal de acatamiento obligatorio para los diferendos entre los países confederados.Tribunal de justicia confederal para pleitos entre ciudadanos de distintos países confederados.Negociación conjunta de la deuda externa ante los acreedores.Formación de un comité de expertos que programe los pasos de la integración económica.Plan de obras de infraestructura regional: unión fluvial navegable de las cuencas de los ríos Orinoco, Amazonas y de la Plata; rutas, vuelos regionales, etc. Parece lejano. Sin embargo, está al alcance de nuestras manos. Tan cerca como el año 2000, que debería encontrarnos unidos en lugar de dominados.