Archivo por meses: febrero 2014

La constitución política de Hispanoamérica

«Las llamadas independencias (…) fueron un movimiento oligárquico (…) una separación de la Monarquía (…) El destino de los Reinos a uno y al otro lado del atlántico fue distinto, en el caso de la península se produjo su unificación bajo la forma de Estado nacional, en el caso americano, al contrario, se produjo la dispersión de los Estados sucesores  (…) a pesar de que la evidencia nos habla de problemas comunes, de progresos comunes, de ideas comunes, de una historia común, en el imaginario americano las llamadas independencias siguen siendo consideradas un hecho fundacional (…) la invención de la nación en los países hispanoamericanos se fundó en la mitificación de las independencias»

 Artículo originalmente titulado «La constitución política de Hispanoamérica: Estados, colonias, naciones y padres de la patria», de Manuel José Vial Dumas (Universidad de Gerona), incluido en «América Latina y el Mediterráneo: ideas en contacto» -XIV Congreso de la FIEALC, Universidad Nacional y Kapodistríaca de Atenas, 14-16 de octubre de 2009, publicado por Ediciones del Orto – Ediciones Clásicas, S.A. (Madrid, 2011). 

La constitución política de Hispanoamérica: Estados, colonias, naciones y padres de la patria

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Reino de las Indias (Hispanoamérica) en la portada de «Primer(a) Nueva Corónica y Buen Gobierno», del cronista indohispano Felipe Guamán Poma de Ayala.

Hasta hace no mucho tiempo, para los politólogos y juristas, la idea del Estado-nación se alzaba como el modo de organización  definitivo de las sociedades humanas, ni se cuestionaba su existencia futura, ni se entendía como una institución histórica (es decir que ha nacido y desaparecerá en ella), sino como un ente abstracto dotado de perennidad. En el mundo contemporáneo esa idea se ha agotado.

Es uno más de los edificios demolidos por la postmodernidad, tales como las ideologías o el progreso indefinido. La idea de Estado-nación se derrumba desde sus propios cimientos. Los estudiosos del fenómeno político de la Unión Europea ya vienen acusándolo desde hace tiempo (Díez-Picazo 1988, Jáuregui 1998, Arnaud 2000, Offe 2000, Mercado 2005, Cantaro 2006, entre muchos otros) y, aunque hoy por hoy la crisis del estado hispanoamericano no es tan manifiesta como la europea, se hace necesario y oportuno ocuparse del problema. Aquí pretendemos sólo dar algunas pistas, bien conocidas entre los historiadores, sobre el origen del estado en Hispanoamérica y la mitología que se ha tejido en su desarrollo, en especial al momento de las llamadas guerras de independencia. Sigue leyendo

Invasiones inglesas

«Esos grupos de obediencias inconfesables sembraron la ideología balcanizadora de la Ecumenidad Hispánica, maniobrando para conducir totalitariamente la política con la “panacea” del constitucionalismo liberal. Para ello utilizaron instrumentos que iban desde los diplomáticos hasta los simples viajeros espías (…) El Plan del “Precursor” estaba coordinado con una tentativa de conflagración continental preparado en Inglaterra»

Detalle de la obra "Asalto de los Ingleses a la brecha de la Ciudadela" del artista E. F. Burney. Toma de la Ciudad de Montevideo el 3 de febrero de 1807, durante las Invasiones Inglesas

Detalle de la obra «Asalto de los Ingleses a la brecha de la Ciudadela» del artista Edward «Francisco» Burney. Toma de la Ciudad de Montevideo el 3 de febrero de 1807, durante las Invasiones Inglesas

Artículo de Luis Alfredo Andregnette Capurro publicado el 22 de enero de 2012 en la web “Crítica revisionista” (tomado de la bitácora “El Blog de Cabildo”).

NOTA: Las opiniones y expresiones vertidas en este artículo corresponden exclusivamente a su autor y no deben interpretarse necesariamente siempre como un posicionamiento de nuestro sitio web Hispanoamérica Unida.

Todo lo que existe sólo puede comprenderse con la perspectiva que nos ofrece el pasado. Así en los hombres como en los pueblos. Ya lo decía el poeta: “sólo orillas somos y en lo hondo de nosotros corre / sangre de lo que fue / fluye hacia quienes vendrán / sangre de nuestros ancestros, llena de orgullo e inquietud…” La verdad nos dice con alta voz que “venimos del ayer”. Lo Cristiano Americano, la Patria Grande, son claros frutos de la boda de sangre entre las Españas de Yugo y Flechas con la Roma Católica.

Por ello el Misterio de Iniquidad encarnado en la pérfida Albión se lanzó a despedazarlo. Largo es el rosario de agresiones. En un principio fue Francis Drake con sus saqueos, robos y profanaciones. Luego hizo pie en el Caribe cuando ocupó Jamaica y Honduras y atacó Darien en el siglo XVII, agresión que se repitió con Walpole contra Panamá. En los siglos siguientes aceleró su acción con sectarios pertenecientes a una central ideológica esotérica y juramentos secretos e incondicionales. Las monedas de Judas hicieron el resto, y algunos de esos traidorcitos sin tener conciencia de que nuestra historia es pasión, prometieron a cambio de armas y oro incorporar el Reino de Santa Fe de Bogotá, Maracaibo, Santa Marta y Cartagena a los dominios de Su Majestad Británica. Sigue leyendo

Elementos estructurales de la conciencia nacional

«En el caso particular de Hispanoamérica (…) nuestra identidad siguiendo esta vía de regreso a las fuentes tenemos que buscarla en la mixtura de lo católico y lo indigenista»

Artículo del filósofo Alberto Buela publicado en el sitio web Legado Austral el 6 de febrero de 2014.

bautismo de indios detalleEl presente trabajo es la continuación en el tiempo y desarrollo en la temática, de una conferencia dada en Olavarría allá por los años 1974 sobre “la cosmovisión nacional”.

Hoy trataremos de explicitar, siguiendo el hilo conductor de estas anteriores meditaciones: “la conformación estructural de la conciencia nacional hispanoamericana”.

Nuestra tarea parte del supuesto —petitio principiis dirían los lógicos— de que la cosmovisión que sustentan los pueblos es el elemento constitutivo de la esencia de lo nacional, de modo tal que los rasgos que la caracterizan son los principios fundantes que afectan el trasfondo de toda comunidad.

En el caso particular de Hispanoamérica, como hemos venido sosteniendo, afirmamos que: “nuestra identidad siguiendo esta vía de regreso a las fuentes tenemos que buscarla en la mixtura de lo católico y lo indigenista. Y cuando hablamos de “lo católico” no lo hacemos en tanto que categoría confesional sino en cuanto que es, el rasgo distintivo que caracteriza la eltanschauung (cosmovisión)- del hombre europeo arribando a las tierras del Sur. Porque esa conciencia que llegó a la América Hispánica no pasó por los diferentes estadios de la denominada Revolución Mundial; es decir, Reforma, Revolución Francesa, Revolución Bolchevique y Revolución Tecnocrática, sino que, incluso hasta la última ola inmigratoria, posee como “núcleo aglutinado de su conciencia” una cosmovisión que es anterior al comienzo de la Revolución Mundial. En la explicitación de esta relación dialéctica entre la potencia activa y la pasividad telúrica se halla, según nuestra opinión, el meollo de nuestra nacionalidad”. (Nuestra conferencia del 11-11-84 “Hispanoamérica contra Occidente”). Este es, pues, el objetivo de la presente ponencia Sigue leyendo

Las Indias y la idea imperial hispánica

coloquio apostillasExtracto del coloquio titulado «El Imperio español y las potencias enemigas», dentro del programa de televisión peruano Apostillas (emitido el 21 de agosto de 1991).

Intervinientes: Luis Enrique Tord (presentador), Nabor García (jurista, diplomático y ex embajador de España en Perú), Francisco Tudela (catedrático de la Pontifica Universidad Católica y experto en derecho internacional y economía política) y Andrés Aramburú Menchaca (decano del Colegio de Abogados de Lima y experto en derecho internacional). Sigue leyendo

Causas de la independencia

«La decadencia del Imperio español, la formación de una personalidad hispanoamericana, la oposición entre criollos y peninsulares, y las dificultades económicas, son factores internos (…) La influencia inglesa, francesa y yanqui, son causas externas (…) Los factores doctrinarios o sectarios participan de las dos primeras categorías; son causas externas, porque fueron promovidas desde afuera; y son causas internas, porque se infiltraron en el organismo del Imperio»

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Detalle de un óleo de la batalla de Ayacucho, obra de Martín Tovar y Tovar (1827-1902).

El siguiente texto es un extracto de la obra del político y escritor revisionista Jorge Luna Yepes: “Síntesis histórica y geográfica del Ecuador”, 2ª Edición, Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid, 1951, pp. 332-343. Tomado del sitio web Coterráneus (24 de mayo de 2013).

NOTA: Las opiniones y expresiones vertidas en este artículo corresponden exclusivamente a su autor y no deben interpretarse necesariamente siempre como un posicionamiento de nuestro sitio web Hispanoamérica Unida.

A propósito de conmemorarse el 24 de Mayo la Batalla del Pichincha:

Como en todo hecho trascendental, debemos distinguir las causas remotas, profundas, y las que son inmediatas, más o menos circunstanciales. Hay dos causas remotas, evidentes: la decadencia de España y la formación de una personalidad hispanoamericana diversa de la hispanopeninsular.

Entre las causas inmediatas debemos considerar principalmente: 1ª El influjo de la independencia de los Estados Unidos; 2ª El de la Revolución francesa; 3ª De las ideas revolucionarias liberales que presidieron estos dos movimientos; 4ª El afán inglés de acabar definitivamente con el Imperio español; 5ª La labor de la masonería; 6ª La situación crítica que sobreviene a España por la invasión napoleónica; 7ª Resentimientos personales, y 8ª Limitaciones económicas Sigue leyendo

Cinco siglos de literatura hispanoamericana

«Oviedo (…) argumenta que, más allá de la multiplicidad expresiva en las diversas épocas y latitudes, hay cierta identidad: «siendo intensamente fragmentada y dispar, la cultura hispanoamericana tiene una continuidad en verdad sorprendente». Ya Anderson Imbert hablaba de «la unidad cultural de Hispanoamérica» y decía que su Historia de la literatura hispanoamericana era una «interpretación total de un proceso continuo»

El siguiente texto es un fragmento del artículo «Cinco siglos de literatura hispanoamericana», de Felipe Vázquez, publicado en el sitio web Temas Andinos y Otros Afines, dentro de la sección Ciberayllu, revista de difusión de temas de cultura y humanidades.

historia de la literatura hispanoamericana por oviedo

Quizá sea más fácil proponer el mapa de una geografía en proceso de sedimentación, pues lo accidental tiende a petrificarse para dar paso a las cimas definitivas, que sobresalen incluso en estratos muy posteriores; pero hacer la historiografía literaria de la segunda mitad del siglo XX, por ejemplo, implica proponer un mapa tentativo y abierto, capaz de cifrar una geografía en continua metamorfosis, capaz de adivinar las líneas tensoras del caos y no confundir incidentes estruendosos con las esencias discretas de la literatura. Entre estos polos conceptuales radica el esfuerzo que José Miguel Oviedo ha desplegado en su Historia de la literatura hispanoamericana (publicada entre 1995 y 2001) cuyos cuatro volúmenes abarcan cinco siglos de producción literaria en América Latina. Aunque transgrede ciertos límites de su propuesta, dicho estudio no sólo se ciñe a la lengua española: para comprender algunos sustratos del período novohispano e independentista, por ejemplo, o a novelistas como Arguedas y Asturias, la Historia de Oviedo incluye algunas manifestaciones literarias de las lenguas antiguas de América (trasvasadas al español, por supuesto); esta apertura contribuye a una interpretación fidedigna de las redes que cohesionan el fenómeno literario a lo largo de los siglos. Considera incluso creaciones de americanos que escribieron fuera de Hispanoamérica —en Europa o Estados Unidos— pero cuyas obras tuvieron un impacto decisivo en la literatura de esta parte del continente. Sigue leyendo

Bolívar y América

«No cabe duda alguna de que (…) Bolívar sólo entendía por «América», la de habla española. Era un medio para diferenciarla de la otra, la que no hablaba esa lengua (…) En todo momento, distingue a una América, la que es nuestra, de la que no lo es, basándose, para diferenciarlas, en que no tienen comunidad de origen, ni de lengua, ni de costumbres, así como de que carecen de «identidad de causa, principios e intereses»

El siguiente texto es un fragmento extraído del ensayo titulado «Bolívar: Pensamiento precursor del antiimperialismo», de Francisco Pividal Padrón, que fue Premio Casa de las Américas 1977 en el género ensayo y Premio Extraordinario «Bolívar en nuestra América». Apareció publicado en Ediciones Los Comuneros, 1983.

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Cuando Bolívar hablaba de «la América» refiriéndose a una futura Nación unida, pensaba en todo momento en la América de habla española.

NOTA: Las opiniones y expresiones vertidas en este artículo corresponden exclusivamente a su autor y no deben interpretarse necesariamente siempre como un posicionamiento de nuestro sitio web Hispanoamérica Unida.

El Libertador siempre pensó en la integración política y económica como una conducta enteramente defensiva, en busca de una gran nación —Hispanoamérica— capaz de librarse de los peligros del imperialismo europeo y del naciente imperialismo norteamericano.

Nuestra América

Como mejor podemos comprender los esfuerzos del Libertador para forjar esa Gran Nación que se librase de los peligros del imperialismo es leyendo y estudiando el pensamiento escrito de Bolívar, a través de algunas ejemplificaciones sobre los variados sentidos que diera al vocablo «América», muy especialmente, en estos momentos de grandes inquietudes integracionistas, obstaculizadas por los Estados Unidos.

La conclusión debe quedar sujeta al alcance e interpretación que el Libertador diera a esta palabra cuando hubo de librarse la Convocatoria para la celebración de Congreso Anfictiónico de Panamá. Sigue leyendo

Anfibología del término «hispanoamericano»

«Hispano era un gentilicio que incluía, hasta las revoluciones, dos grupos: los hispanos europeos y los hispanos americanos (…) Con las revoluciones, entonces, el gentilicio hispanoamericano comenzó a reunir a los hispano, los indo y los afroamericanos. Y algunos relatos revolucionarios van a proponer ofrecerle retrospectivamente un genitor común a toda esta nueva gente americana»

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Detalle de una pintura de castas del novohispano Miguel Cabrera, de 1763.

El siguiente texto está extraído del libro «Narraciones de la independencia. Arqueología de un fervor contradictorio» (Buenos Aires, 2010), del ensayista Dardo Scavino. Tomado del sitio web argentino del CCPE (Centro Cultural Parque de España).

En aquel ensayo póstumo de 1867 Juan Bautista Alberdi tuvo que recordarle a su lector que “el hombre de la revolución era el hispanoamericano –español por el origen y americano por el suelo de nacimiento” [“La Revolución de Sud-América” en Del gobierno en Sud-América según las miras de su revolución fundamental].  Y se sintió obligado a hacerlo porque ya por esos años esta expresión involucraba a las diversas minorías de las repúblicas surgidas tras los procesos revolucionarios. Una de las consecuencias más notorias de la independencia hispanoamericana fue el repentino incremento en la extensión lógica de este adjetivo compuesto. Cuando Bolívar escribió su “Carta de Jamaica”, los hispanoamericanos eran todavía “los naturales del país originarios de España”. Apenas unos años más tarde, bastaría con haber nacido en una república hispanoamericana para ser llamado así, lo que no significaba que los hispanoamericanos fueran todos americanos de origen español (y ni siquiera que hablaran esta lengua o vivieran según las costumbres y la religión traídas por los españoles). Con las revoluciones de la independencia, por ende, el nombre de una fracción, y por qué no de una facción, se convirtió en el título de un pueblo entero.

Cuando en 1838, Andrés Bello escribe su célebre artículo “Las repúblicas hispanoamericanas: autonomía cultural”, ya no emplea el gentilicio hispanoamericano para diferenciar a los criollos de las demás minorías sino para distinguir a esas repúblicas de la norteamericana Sigue leyendo

La Liga Anfictiónica como gobierno supra-nacional

«Dividir Sur mientras se unificaba el Norte, estimular el parroquialismo en las zonas meridionales (…) mientras la América sajona progresaba en su inteligente proceso de aglutinamiento nacional, fue el plan maestro de los estadistas de Washington, plan que requería (…) un activo trabajo de zapa en la opinión pública de las naciones del Sur, a fin de crear el clima propicio para que sus dirigentes dejaran naufragar la histórica empresa de su integración, sustituyéndola por un negativo e interminable litigio sobre sus soberanías y libertades»

Artículo originalmente titulado «La Liga Anfictiónica como gobierno supra-nacional de la gran sociedad hispanoamericana», de Indalecio Liévano Aguirre, diplomático, historiador, político y miembro de la Academia Colombiana de Historia. Publicado en el sitio web Debate Socialista, el 28 de junio de 2012.

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Ilustración de la portada del libro «Documentos sobre el Congreso Anfictiónico de Panamá», de Germán de la Reza (Fundación Biblioteca Ayacucho, 2010).

NOTA: Las opiniones y expresiones vertidas en este artículo corresponden exclusivamente a su autor y no deben interpretarse necesariamente siempre como un posicionamiento de nuestro sitio web Hispanoamérica Unida.

Como el Libertador le ordenó al vicepresidente Santander preparar en Colombia las fuerzas de mar y tierra que debían efectuar, al término de la guerra en el Perú, las operaciones de invasión a Cuba, y como esas operaciones aparejaban, según las instrucciones de Bolívar, la inmediata proclamación de la libertad de los esclavos en dicha isla, se comprende la reacción contraria del gobierno norteamericano cuando se vio enfrentado a la doble y alarmante perspectiva de la emancipación de la raza negra en territorios tan cercanos a sus Estados sureños y a la ocupación por fuerzas colombianas de una isla que los ideólogos del destino manifiesto consideraban como complemento y apéndice de su República Continental. Esa reacción quedó protocolizada en las instrucciones impartidas a los ministros acreditados por el gobierno de Washington en Bogotá y México, señores Anderson y Poinsett, principalmente en la definición contenida en la Nota que envió, en 1823, el Secretario de Estado John Quincy Adams al ministro norteamericano en Madrid, señor Hugo Nelson:

Las islas de Cuba y Puerto Rico -decía Adams- son un apéndice natural del continente norteamericano en virtud de su posición local y una de ellas (Cuba) es objeto de trascendental importancia para los intereses políticos y comerciales de la unión. Su posición, que domina el Golfo de México y las Indias Occidentales; su situación media entre nuestra costa meridional y la isla de Santo Domingo; su amplia y segura bahía de La Habana, frontera de una extensa línea de nuestras costas, destituidas de esta ventaja; la naturaleza de sus productos y necesidades, que suministran las provisiones o requieren los cambios de un comercio inmensamente provechoso y mutuamente benéfico, todo esto da a la Isla, en el conjunto de nuestros intereses nacionales, una importancia con la cual no puede compararse la importancia de ningún territorio extraño respecto de la cual es poco superior la que une a los diferentes miembros de la Unión Sigue leyendo