«¿Por qué, me pregunto, en nuestro Mundo Nuevo, Brasil y Estados Unidos consiguieron mantener después de la independencia su cohesión como grandes conglomerados nacionales, en tanto que nosotros, los hispánicos, nos dividimos, nos subdividimos, vivimos entrampados en peleas estériles, mientras celebramos cumbres de toda clase y hablamos a cada rato de una integración que nunca se lleva a la práctica?»
Artículo publicado por el escritor chileno Jorge Edwards en la sección «Tribuna» del diario electrónico español El País, el 16 de noviembre de 2005
Desde luego, cada país tiene derecho a legislar como le dé la gana, pero no puede pretender que esta legislación o reforma constitucional afecte a los derechos de los países vecinos. Los límites entre Estados soberanos dependen de acuerdos, de convenios, de tratados anteriores. En algunos casos puede ser necesario o conveniente interpretar un texto jurídico, pero la mejor interpretación es la que se alcanza de común acuerdo, por la vía de la diplomacia. La idea de que un asunto de límites entre Chile y Perú, bilateral por naturaleza, pueda resolverse en forma multilateral, recurriendo a la OEA, buscando el apoyo de terceros países, me parece discutible y en cierto modo ingenua. Lo que sucede es que nosotros tenemos ahora una diplomacia impulsiva, lo cual es algo así como un oxímoron. El diccionario emplea el siguiente ejemplo de oxímoron: un silencio atronador. El lector podrá deducir lo que pienso de este concepto de diplomacia impulsiva. No debemos olvidar a los clásicos, a Metternich y compañía entre los europeos, a don Andrés Bello y al Barón de Río Branco en las latitudes nuestras. La diplomacia es una profesión antigua, lo cual supone dos cosas: en primer lugar, que es profesión, algo que los chilenos de ahora no siempre tomamos en cuenta, y en seguida que obedece a reglas y a formas tradicionales que no es cuestión de cambiar de una plumada. Sigue leyendo