«El pueblo que da origen a América es España y en menor medida Portugal. Ahora bien, el carácter de originario nos lo da la mixtura o simbiosis, puesta de manifiesto en esos arquetipos (..) y que resumimos en lo criollo (…) Debemos rechazar por falso el concepto de pueblos originarios limitado a los pueblos indígenas, los pueblos originarios de América somos nosotros los criollos bajo sus distintas denominaciones. Además los pueblos indígenas no son tales pues la mayoría está mestizado»

Tipos blanco e indio mestizo de la provincia de Tunja. Acuarela de mediados del siglo XIX (Hojas de Cultura Popular Colombiana, Nº 36, 1953).
Artículo de opinión del filósofo Alberto Buela publicado en el sitio web de la revista Arbil.
Uno de los rasgos del discurso político cultural de hoy día es su contenido homogéneo.
Lo denominado políticamente correcto se vuelca en un discurso que exaltando las diferencias homogeniza todo y a todos. Este discurso está compuesto de grandes categorías de pensamiento entre las que se destacan para Nuestra América la de latinoamericano, multiculturalismo, pueblos originarios, etc.
Mucho hemos escrito sobre el falso concepto de latinoamericano para definirnos a nosotros los hispanoamericanos, iberoamericanos, indoibéricos o americanos a secas. Detenernos nuevamente a explicar que el origen del concepto es espurio pues nace de la idea de Chevallier, asesor de Napoleón III para intervenir en Nuestra América y ponerse al frente de “los pueblos latinos o la latinité”, sería redundante. Pero insistimos en que su instrumentación es ideológica y falsa pues ni los canadienses son considerados latinoamericanos, siendo gran parte de ellos de origen francés, ni los rumanos son considerados latinos, cuando hablan un idioma derivado directamente del latín. Y es falsa su instrumentación porque el concepto es falso, ya que latinos son solo los habitantes del Lacio en Italia. Ningún italiano se va de denominar latino sino es de la región del Lacio. Sigue leyendo