Archivo por meses: diciembre 2013

La lengua que migra

«Cuando en América hablamos acerca de la identidad compartida, nuestro punto de partida, y de referencia común, es la lengua. No somos una identidad étnica, no somos una multitud homogénea, no somos una raza, somos muchas razas (…) Pero somos una lengua (…) La lengua desde la que vengo, y hacia la que voy, y que mientras se halla en movimiento, me lleva consigo de uno a otro territorio, territorios reales o territorios verbales»

idioma español en americaEl siguiente texto es el discurso ofrecido por el escritor Sergio Ramírez en el acto de inauguración del VI Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado en Panamá del 20 al 23 de octubre 2013. Tomado del diario digital El Periódico (Guatemala, 27 de octubre de 2013).

Siempre me ha intrigado saber lo que es sentirse escritor de una lengua que tiene el país por cárcel, una lengua que no se habla más allá de las propias fronteras. Claro que el tamaño de una lengua no se mide por sus límites geográficos, ni creo que haya lenguas pequeñas. Todas tienen sus propios registros mágicos e inmensas posibilidades literarias, pero éstas de las que hablo son lenguas hacia adentro.

No sé lo que es vivir en uno de esos espacios verbales cerrados. Hay escritores que desde allí, desde esos compartimentos, se han trasplantado a alguna de las grandes lenguas europeas, como el gran escritor Milán Kundera, que ahora escribe en francés, y no en checo. Pero para mí, una renuncia semejante significaría alejarme de la casa de la infancia por siempre clausurada, desde donde me llegan las voces que un día aprendí para siempre.

Son escritores que dejan de escribir en la lengua en que nacieron, y con la que nacieron, bajo un sentimiento de asfixia. El sentimiento de que su voz se escucha de cerca, pero no de lejos, de por medio o no la traición de las traducciones. Y no puedo verlo sino como una dolorosa mutilación, como la que se practicaba a los castrati en el siglo XVII, que ganaban así una nueva voz, pero perdían para siempre la propia. Mutilarse para sobrevivir. Pero peor que la castración es la deslenguación, la lengua extirpada, desde su arranque y raíz.

Quitarse la lengua uno mismo, o que se la quiten por la fuerza. Otro de los grandes escritores centroeuropeos, Sándor Márai, sintió que había muerto cuando sus libros, que entonces solo podían leerse en húngaro, fueron prohibidos. Ya tenían sus novelas el país por cárcel, y ahora las enviaban al cementerio. Le habían extirpado la voz como castigo. No solo nadie podría leerlo al otro lado de la guardarraya, ni siquiera en Polonia o en Austria, donde no estaba traducido, sino que tampoco podría ser leído en su propio país. Como que no existiera. Y así el mundo se perdió por muchos años la espléndida belleza de sus palabras, mientras él decidía su suicidio en el exilio, ya sin lengua. Sigue leyendo

Las Españas (América hispánica en la Ilustración)

«Ulloa (…) ve sociedades complejas, no “españolas” pero inequívocamente hispánicas (…) lo que se llamó (…) las Españas (…) señalaba (…) el carácter fragmentario de España, su esencial insuficiencia: España era una de las Españas. Y toda consideración aislada era un error. Y en la medida en que –en otra dimensión, con otras estructuras- se conserva la realidad del mundo hispánico, esa fragmentación sigue siendo un error que impide la comprensión de sus ingredientes europeo y americano y, sobre todo, del conjunto»

El siguiente texto es un fragmento extraído del libro «España inteligible. Razón histórica de las Españas», obra del ensayista y filósofo Julián Marías (Capítulo XXII: La Monarquía hispánica en la época de la Ilustración), publicada por Alianza Universidad en 1985.

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Grabado de Jorge Juan, marino y científico que reformó el modelo naval hispano, y que junto a A. de Ulloa recorrió y describió la América española del siglo XVIII.

Pocos libros dan una idea más clara de lo que fue la realidad española en el siglo XVIII que la mencionada Relación histórica del viaje a la América meridional, de Jorge Juan y Antonio de Ulloa (3). Ambos eran personajes extraordinarios, característicos de las minorías ilustradas de su siglo: llenos de saber científico, de curiosidad, de probidad, de patriotismo español y europeo, de conciencia de su época. Tuvieron la estimación de sus contemporáneos, no sólo en España, sino más aún en Europa y en las tierras americanas. Es sumamente interesante la imagen que de ellos se tuvo en su tiempo, tal como aparece en el libro, tan valioso, tan poco frecuentado, de Juan Sempere y Guarinos: Ensayo de una Biblioteca española de los mejores escritores del reynado de Carlos III (4). La parte que más nos interesa, la histórica y descriptiva, era obra principal de Antonio de Ulloa, mientras que la científica corrió, sobre todo, a cargo de Jorge Juan.

Los dos marinos recorren América del Sur; no son meros viajeros, sino estudiosos, que atienden a todo (incluso a los problemas graves, a los errores de gobierno, a los peligros, que expondrán privadamente a las autoridades españolas en las Noticias secretas de América, publicadas por primera vez en Londres en 1826, con propósito antiespañol, a raíz de la independencia de la América española continental). Lo más interesante para el lector actual es la doble impresión de seguir en España y de estar visitando países distintos y remotos. La escasa “visibilidad” de América, en la que he insistido anteriormente, se desvanece en esta obra, dedicada a ella. Antonio de Ulloa describe países exóticos, con ojo de geógrafo e historiador, casi de sociólogo; pero encuentra en ellos las estructuras de gobierno, administración, eclesiásticas, de España; las costumbres, más parecidas entre los españoles y sus descendientes directos, pero de las cuales participan en diversos grados los mestizos, indios, negros y mulatos; ve sociedades complejas, no “españolas” pero inequívocamente hispánicas. Viaja incansablemente por varios aposentos de su propia casa.

Las descripciones de las ciudades de América –Cartagena de Indias, Portobelo, Panamá, Guayaquil, Quito, Lima, Trujillo, Cuzco, Arequipa, Buenos Aires, Concepción, Santiago, Valparaíso- muestran, con sobriedad científica, lo que era el desarrollo urbano en la porción española del Nuevo Mundo (y no se incluyen las principales, es decir, las de Nueva España). Especialmente Cartagena, Quito, Lima, Cuzco, Arequipa, con un esplendor urbano que no tuvieron en todo el siglo las modestas ciudades de América del Norte. La descripción de Lima antes del terremoto de 1746, y de la Corte virreinal, da una impresión vívida de que se traba de otras Españas, de verdaderos reinos que reproducían las estructuras de la Monarquía española, de la sociedad injertada sobre los pueblos aborígenes, en una hispanización asombrosamente semejante a la romanización de otros tiempos. Sigue leyendo

La riqueza industrial en la época virreinal

«América alcanzó un alto grado de progreso industrial (…) En esos años la América española había llegado a lo que es hoy el desiderátum de las naciones: a bastarse a sí misma (…) El monopolio español (…) produjo (…) sobre todo industrialmente, la autonomía de América (…) América (…) se pobló de industrias para abastecer en su casi totalidad el mercado interno (…) los productos podían en buena ley competir con sus similares europeos (…) donde hubo libertad comercial, hubo pobreza; allí, donde se la restringió, prosperidad»

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Trabajadores de diversas industrias y oficios del virreinato de Nueva España, el cual alcanzó un gran desarrollo económico durante los siglos XVII y XVIII.

El siguiente texto es un extracto de la obra «Defensa y pérdida de nuestra independencia económica» (Capítulo I), «, del abogado, profesor universitario, historiador y diplomático José María Rosa. Fue publicada por primera vez en 1943.

«El que sabe ser buen hijo
a los suyos se parece
y aquel que a su lado crece
y a los suyos no hace honor
como castigo merece
de la desdicha el rigor»

EL INDUSTRIALISMO COLONIAL (1)

Las primeras industrias de América latina tuvieron su origen en el siglo XVII. Las industrias elaborativas se entiende, pues las extractivas -como la minería- se explotaron inmediatamente después del descubrimiento.

América alcanzó un alto grado de progreso industrial: por lo menos desde el siglo XVII, hasta que el imperio español tembló en sus cimientos al terminar el XVIII. En esos años la América española había llegado a lo que es hoy el desiderátum de las naciones: a bastarse a sí misma, a la autarquía (2) ¿La causa? El monopolio español; el tan mentado, tan desprestigiado monopolio español. Pues éste, si en mínima parte significó la dependencia comercial hacia España, produjo, en cambio, sobre todo industrialmente, la autonomía de América. Sigue leyendo

La atomización de la Patria

«Todo el gigantesco territorio hispanoamericano podría haber resultado una sola y enorme nación bioceánica (…) Dos siglos de dispersión y desintegración han logrado borrar en la memoria histórica colectiva, la premisa de que los estados suramericanos deberán confluir en una gran nación posible, o se privarán de un destino. Porque la América criolla –desprendida de España en las guerras de la independencia- terminó balcanizada en un mosaico incoherente de varios estados supuestamente soberanos (…) Desde entonces, nos volvimos periferia de la revolución industrial inglesa»

Territorio de América Hispana hacia 1800.

Territorio de América Hispana hacia 1800. Si hubiera conservado su unidad, hoy sería la nación más extensa y rica del mundo.

El siguiente texto es un extracto del libro «Origen y destino de la patria. De Hispanoamérica a la Argentina y de la Argentina a la Unión Americana» (Editorial Punto de Encuentro, Buenos Aires, 2013), obra de Alejandro Pandra.

Todo el gigantesco territorio hispanoamericano podría haber resultado una sola y enorme nación bioceánica soñada por los libertadores, la más rica y grande del mundo, nacida no de la conquista sino de la liberación fraterna y solidaria. Un estado continental de una robustez y pujanza insólitas, únicas en su tiempo y en todos los tiempos. Digamos que, con Guayaquil y Ayacucho, estuvimos muy cerca de lograrlo. Pero el destino quiso que la magnífica obra que empezó con San Martín y Bolívar, terminara en desengaño y dispersión, en un archipiélago de tierras firmes [Martínez Estrada]. Ceguera, mezquindades, ambiciones subalternas, apetitos personales, disensos, chauvinismo, miserables codicias por migajas de suelo fronterizo mientras se entregaban recursos y países enteros a las potencias imperiales por un plato de lentejas. Todo eso fue lo que impidió concretar tan magnífica empresa.Bolívar en su lecho de muerte diría: “Veo claramente nuestra obra destruida y la maldición de los siglos caer sobre nuestras cabezas. Estos países caerán en manos de la multitud desencadenada de sus tiranuelos de todo color y de toda índole, demasiado pequeños para que se les note”. No podría haber profetizado con mayor exactitud el inmediato proceso de disgregación que se desencadenaría en Hispanoamérica. El ejemplo contrario de Lusoamérica confirmaba que su visión histórica no era desbaratada para su época. Ni para la nuestra…

Mencionemos que por entonces los Estados Unidos de Norteamérica eran aún muy poco más que las trece antiguas colonias atlánticas de Nueva Inglaterra, y apenas superaban el millón de kilómetros cuadrados. Antes de la legendaria conquista del oeste, antes de la guerra civil, antes de la abolición de la esclavitud para liberarse de aquel lamentable pecado político de origen, antes de las compras, de las anexiones y de las usurpaciones de inmensos territorios vecinos. Para Guayaquil Hispanoamérica era potencialmente más, muchísimo más que Norteamérica. Pero al mismo tiempo que ésta se hacía grande, América del sur achicaba espacios, espíritu e ideas. Sigue leyendo

El secreto del imperio hispánico

Comentarios del Dr. Carlos Marechal Salinas, del Centro de Estudios Históricos del Colegio de México, sobre el libro «El secreto del imperio español». Uno de los elementos más singulares del imperio español, el más extenso del mundo durante los siglos XVI-XVIII, fue que los territorios de ultramar sostuvieron la mayor parte del peso del financiamiento del imperio y de su propia defensa.

 

La herencia de España

«la historia del idioma castellano en América comenzó con la llegada de los misioneros católicos españoles, quienes se dedicaron primero a aprender las lenguas de los nativos y a enseñarles el castellano, para después evangelizarlos (…) al hacer el balance se puede apreciar (…) el grandioso aporte de la religión católica y del idioma español como lengua franca unificadora de todos los pueblos hispanoamericanos»

Artículo de opinión de Luis Sánchez Sancho publicado en la sección editorial del periódico digital nicaragüense «La Prensa» el 12 de octubre de 2013.

Territorios de América donde se habla español, como lengua mayoritaria (azul oscuro) o minoritaria ( azul claro).

Territorios de América donde se habla español, como lengua mayoritaria (azul oscuro) o minoritaria ( azul claro).

NOTA: Las opiniones y expresiones vertidas en este artículo corresponden exclusivamente a su autor y no deben interpretarse necesariamente siempre como un posicionamiento de nuestro sitio web Hispanoamérica Unida.

Pueden escuchar el audio del artículo en este enlace:

 http://www.laprensa.com.ni/2013/10/12/voces/165836

El 12 de octubre (Día de la Raza, Día de la Hispanidad o Día de la Resistencia Indígena, según las distintas etiquetas que se le ponen a esta efeméride de acuerdo con las diversas perspectivas ideológicas y enfoques políticos), se conmemora este año en Hispanoamérica en el marco de la celebración del III Centenario de la Real Academia de la Lengua Española.

Pero en Nicaragua el 521 aniversario del Descubrimiento de América ocurrido el 12 de octubre de 1492, se conmemora también en el contexto de la celebración del centenario de la Provincia Eclesiástica de Nicaragua, creada el 2 de diciembre de 1913. Este hecho religioso histórico fue una consecuencia de la llegada de los españoles a nuestras tierras, de las cuales se llevaron muchas riquezas materiales y causaron una gran aniquilación humana, pero también trajeron sus tesoros culturales y espirituales más valiosos: la lengua y la religión, y aportaron el extraordinario fenómeno étnico y cultural del mestizaje hispanoamericano. Sigue leyendo

Geopolítica para la Patria Grande: Indo Hispano América

«Indo-Hispano-América integra un conglomerado de pueblos que conforman una nación, unidos por el cordón umbilical del origen indigenista y la corriente civilizadora de la España Católica. Desconocer esta realidad sería negar los propios ancestros; soslayarla, significaría abjurar de la autenticidad. Abjurar de la autenticidad representa  la carencia de personalidad. Sin personalidad es imposible aspirar a ser libres»

indohispanoamericaEl siguiente texto es un extracto de la obra «Geopolítica para la Patria Grande», de Florentino Díaz Loza, publicada por Ediciones Temática S.R.L. (Buenos Aires, 1987)

NOTA: Las opiniones y expresiones vertidas en este artículo corresponden exclusivamente a su autor y no deben interpretarse necesariamente siempre como un posicionamiento de nuestro sitio web Hispanoamérica Unida.

Las corrientes colonizadoras en Sudamérica demuestran fehacientemente las líneas estratégicas fundamentales del continente.

Las expediciones hispánicas se introdujeron de norte a sur a lo largo y a lo ancho de la cordillera de los Andes; y de sur a norte en la dirección de la Cuenca del Plata, para ensamblarse en las sierras y valles de la precordillera. El centro de gravedad inicial siguió la línea natural de los Andes, aprovechando los caminos del Inca. La ejecución de la conquista casi fue un calco de las acciones expansivas del imperio indígena. La idea estratégica estaba identificada con sabiduría y sagacidad, en el modelo proyectivo del Inca.

Desde la testa venezolana, pasando por la gran nuca ecuatoriana-colombiana, posesionándose fuertemente del corazón de los altiplanos centrales, pasaron a conquistar el resto del continente, operando siempre a caballo de la cordillera. A esta maniobra principal, se le sumó la corriente civilizadora que operó con ofensiva simultánea a lo largo del sistema del Plata, entrelazando y relacionando ambos esfuerzos a través de las llanuras, valles cuencas y mesetas.

La colonización hispánica estructuró los virreynatos sudamericanos con una coordinada acción política, económica y militar. Lograron así, sabiamente, la segunda unidad geopolítica del continente. Sigue leyendo

Indigenismo y eurofobia

«en la conquista y colonización de Iberoamérica ocurrieron enormes atropellos, aunque menores que los cometidos por países como Inglaterra, que diseminaron interesada e hipócritamente las peores ideas antiespañolas (…) desde el fondo de esas tragedias se elaboran también grandes falsificaciones»

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Página del códice Mendoza (hacia 1540) en el que se ven varios rangos de guerreros aztecas con sus cautivos.

El siguiente texto es un fragmento del artículo de opinión del mismo nombre publicado en el periódico digital La Prensa por el catedrático nicaragüense de política exterior Álvaro Taboada Terán (30 de octubre de 2013).

Bien sabemos que en la conquista y colonización de Iberoamérica ocurrieron enormes atropellos, aunque menores que los cometidos por países como Inglaterra, que diseminaron interesada e hipócritamente las peores ideas antiespañolas. Pero esto, relativamente, es pasado. El antiespañolismo actual es parte del antieuropeísmo tercermundista, fruto del indigenismo radical, alineado con dictaduras y con prósperos neocaciques “revolucionarios”.

Indubitablemente el ocaso cultural y el declive demográfico ocasionado por la intrusión, en este caso de Europa, fueron dolorosas tragedias, paralelas a la reducción a la servidumbre de las masas aborígenes. Pero desde el fondo de esas tragedias se elaboran también grandes falsificaciones. Sigue leyendo

La asamblea hispanoamericana de 1864–1865

«El Segundo Congreso de Lima de 1864–1865 representa (…) la etapa final del ciclo de asambleas confederativas originadas en el Congreso de Panamá de 1826 (…) El movimiento hispanoamericanista comprende los ensayos de unión confederativa que van de la asamblea del istmo a la conferencia de clausura del Segundo Congreso de Lima (…) los congresos anfictiónicos (…) preveían (…) una suerte de reunión de las partes de la antigua América española»

Detalle de una fotografía de la Lima en la década de 1860, época en que se celebró el Segundo Congreso

Imagen de Lima en la década de 1860, época en que se celebró el último Congreso confederativo hispanoamericano

Artículo originalmente titulado «La asamblea hispanoamericana de 1864-1865, último eslabón de la anfictionía», de Germán A. de la Reza, profesor–investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco (México). Publicado en «Estudios de historia moderna y contemporánea de México», núm. 39, enero-junio 2010. Tomado del sitio web de ScieELO (Scientific Electronic Library Online).

Introducción

El Segundo Congreso de Lima de 1864–1865 representa para la historia de América Latina la etapa final del ciclo de asambleas confederativas originadas en el Congreso de Panamá de 1826.1 Desde esa perspectiva, su estudio concentra las prerrogativas analíticas de todo fin de época, aunque no todos sus significados se derivan de ese vínculo y algunos lo rebasan en importancia. La organización, los tiempos y las motivaciones de la asamblea conforman el epifenómeno de un momento crucial para el naciente sistema interamericano. Estados Unidos se encuentra al final de la guerra de Secesión (18611865), luego de la cual retomará su política de intervención en América Latina en el marco de la «edad de oro» de la Doctrina Monroe.2 México, el principal promotor de la reunión anfictiónica, combate la ocupación francesa de 1862 a 1867, y en ese camino forja una idea de nación que perdurará en el tiempo. El país sede del Segundo Congreso y aquel donde se había suscrito el Tratado Continental de 1857, Perú y Chile, respectivamente, se alían para repeler la presencia española en el Pacífico sur, el último esfuerzo solidario antes de la guerra del Pacífico (1879–1883) y el posterior abandono de toda iniciativa integracionista durante más de un siglo.3

No obstante la relevancia histórica y la disponibilidad de las fuentes originales, la literatura de especialidad le ha consagrado al Segundo Congreso de Lima un escaso número de estudios.4 El presente artículo trae a discusión los principales hechos del Segundo Congreso de Lima y, por ese medio, busca esclarecer dos asuntos poco estudiados de la época: las manifestaciones concretas del influjo del Congreso de Panamá y la continuidad del movimiento unionista a lo largo del primer medio siglo de Independencia. El movimiento hispanoamericanista comprende los ensayos de unión confederativa que van de la asamblea del istmo a la conferencia de clausura del Segundo Congreso de Lima. Para no recargar el argumento no se analizan los numerosos proyectos de integración formulados por destacadas personalidades desde principios del siglo XIX .5 Tampoco se estudia el panamericanismo como marco general de los congresos anfictiónicos, ya que éstos no preveían la unión continental, sino una suerte de reunión de las partes de la antigua América española.6 La primera sección del trabajo se consagra a los antecedentes del Segundo Congreso; las siguientes analizan por turno las gestiones preparatorias, el contexto peruano, las dos rondas de invitaciones, la instalación de la asamblea en la capital peruana y los tratados suscritos por los delegados. La última sección pondera las causas de la frustración del último ensayo de integración hispanoamericana del siglo XIX. Sigue leyendo

José E. Rodó y la integración hispanoamericana

«En la tesis de Rodó (…) Hispanoamérica es la patria común y es absurda la existencia separada de los países que la componen. Que se reconozca la realidad unitaria histórica y de porvenir, llevará inexorablemente a la integración política»

El siguiente texto está extraído de la obra «Literatura y pensamiento en América latina», editada por el historiador Jesús Raúl Navarro García y publicada en Sevilla por la Escuela de Estudios Hispanoamericanos (Consejo Superior de Investigaciones Científicas).

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José Enrique Rodó, retratado en 1896. Rodó es una de las más importantes figuras del ensayo moderno en lengua española, así como del pensamiento hispanoamericanista.

Para José Enrique Rodó hay una magna patria que es una realidad moral a reunificarse políticamente. Ella es Hispanoamérica. Su ideal de raza es permanente, según Gustavo Gallinal. Toda su obra está fundada en ese proyecto sin límites de perspectivas. Sus raíces son la raza y la tradición. Hay en los países hispanoamericanos unos vínculos eternos, una integración moral muy superior a las divisiones políticas actuales y de su tiempo. En la historia está la prueba de la unidad, y a ella hay que volver. Por supuesto que con una nueva visión de la organización política. Hay unidad de estirpe. Existe unidad de destino. A despertar la conciencia de hispanoamericanismo dedica su vida el filósofo, político y escritor uruguayo. Él quiere restaurar la tradición histórica descargándola de conservadurismo. Considera que los intelectuales de Hispanoamérica convergen en ideas y en sentimientos, la raza los integra. La patria común invoca la unidad en el porvenir, la reintegración. El hispanoamericanismo de Rodó, liberado ya de las influencias de las guerras emancipadoras que hicieron olvidar el tronco común, el destino histórico, emerge como una verdad histórica de la que no se pueden enajenar los territorios separados por el caudillismo secesionista y egoísta; el regionalismo torpe debe ser superado por el hispanoamericanismo unitario, bajo cualquier fórmula política, ya sea la confederal. Lo que importa es la unión del subcontinente que se fragmentó por las banderías y los intereses locales. Sigue leyendo