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La unidad de Hispanoamérica

«para lograr esa unidad, la primera tarea a cumplir consiste en liberar a la América Hispánica del prejuicio nacionalista que la Emancipación hizo arraigar en ella (…) para sanar no hay más camino que comenzar por preterir a un plano secundario el hecho de ser mexicano, nicaragüense, salvadoreño, colombiano, peruano, argentino, etc., y sentirse, sobre todo, hispanoamericano»

Artículo del investigador Jaime Delgado publicado originalmente en Cuadernos Hispanoamericanos, núm. 81, septiembre de 1956, págs. 232-246. Tomado de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (publicado en 2016)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una ojeada, por rápida y superficial que sea, al mapa político de Hispanoamérica sería suficiente para advertir en él un conjunto de países caprichosamente disgregados, cuya separación ha permitido hablar, frente a unos Estados Unidos de Norteamérica, de unos “Estados desunidos de Hispanoamérica”. Por otra parte, habituada la retina a vislumbrar tal panorama, su visión podría suscitar –y ha suscitado- en la mente la idea de que tal disgregación política es la natural respuesta a una previa y más íntima dislocación, diversidad o desemejanza históricocultural y geográfica, existente entre esos Estados desunidos. Por eso conviene salir al paso de esa posible –y aun probable- creencia y relegarla definitivamente al cuarto oscuro de los errores corregidos.

La tarea, sin embargo, no es fácilmente hacedera. Son muchos ya, en efecto, los años que el mundo hispanoamericano lleva pasados en un –consciente o inconsciente, explícito o implícito- trabajo de atomización de sí mismo para que yo caiga en la ingenuidad de pensar que estas páginas van a tener la milagrosa virtud de realizar, nada más escritas, la apetecida unificación. Siglo y medio de luchas internas, guerras civiles –con etiqueta de internacionales-, suspicacias, recelos, antagonismos y rivalidades son mucha historia para enmendarla en una hora. Pero también la labor contraria, la misión integradora y unitiva, tiene en el tiempo antecedentes rancios y prestigiosos, e incluso de mejor estirpe, y ha logrado, además, en los últimos años, ganar tanto terreno a su opuesta, que ello sólo es señal verdadera de esperanza y eficaz incitación a continuar en la andadura de la unidad.

En esa vía, pues, cabe comenzar observando que no es del todo exacta la afirmación según la cual la geografía hispanoamericana constituye un elemento totalmente disgregador Sigue leyendo