«Un maya, un guaraní y un aimara, por ejemplo, tienen en común lo mismo que pueden tener un noruego, un tibetano y un congolés y, si se reúnen para tratar algo, tendrán que hablar en castellano»
Nota de redacción publicada en el periódico digital PanamaAmerica el 5 de junio de 2011.

Es la hispanidad lo que da unidad a Hispanoamérica, pues antes del nacimiento de las Indias (América española) como entidad política, nada unía a los pueblos del continente.
No faltará quien diga que hay que apelar al elemento indígena antes que al hispano y llamar a nuestras naciones América India.
Si bien es verdad que los indios ya vivían aquí muchos siglos antes de que llegaran españoles y portugueses, no hay ningún elemento común a todos ellos.
En los poco más de setenta y ocho mil kilómetros cuadrados de nuestra pequeña república los individuos de las tres principales etnias aborígenes son tan distintos, que se distinguen fácilmente a simple vista y difieren totalmente en idiomas y costumbres. Un maya, un guaraní y un aimara, por ejemplo, tienen en común lo mismo que pueden tener un noruego, un tibetano y un congolés y, si se reúnen para tratar algo, tendrán que hablar en castellano. Hasta el nombre común de indios es un préstamo que recibieron desde la otra orilla del Pacífico.
Cuando decimos América Latina pensamos en realidad en los países que hablan castellano o portugués, lenguas ambas procedentes de lo que se llamó Hispania en la antigüedad y Península Ibérica actualmente. Si queremos denominar estos países con un nombre que contenga un elemento común a todos ellos ¿qué mejor que llamarlos Hispanoamérica o Iberoamérica?