«En el siglo pasado, la nación hispanoamericana en agraz (España e Indias) es disgregada por el embate de dos naciones europeas más desarrolladas (Inglaterra y Francia). El proceso revolucionario de independencia de España (…) y de unidad nacional americana, también se frustra por presión de Inglaterra, produciéndose un estado de descomposición nacional que dura hasta nuestros días, y con un nuevo usufructuario, los Estados Unidos. Esta descomposición forma una multitud de Estados Parroquiales, a los cuales la enajenación colonial hace creer que son Estados Nacionales»
El siguiente texto, del historiador y filósofo uruguayo Alberto R. Methol Ferré, constituye el prólogo de la obra «Artigas. La revolución de mayo y la unidad hispanoamericana», escrita por el historiador y diplomático argentino José María «Pepe» Rosa en 1960.
PRÓLOGO A “ARTIGAS. LA REVOLUCIÓN DE MAYO Y LA UNIDAD HISPANOAMERICANA” DE JOSÉ MARÍA ROSA
Revisionismo: triunfo de una política nacional
El creciente poderío popular, su necesidad imperiosa de hacer de una vez la historia por sí y para sí, está produciendo la destrucción de la engolada historia oficial. La fuerza del pueblo – que agudiza las contradicciones de la oligarquía y hace reducir su propia ideología a retórica acudiendo sólo a los resortes de la coacción – le hace ver cada vez más claro, y por ello surge el revisionismo histórico como autoliberación de la vieja y mentida historia que servía para amansarlo y extraviarlo. José María Rosa nos recuerda que “la historia no es erudición sino hacer político”, y define por ende con justeza al revisionismo.”¿Que se propone el revisionismo? ¿Esencialmente quebrar el coloniaje?”. Así, el revisionismo significa la primicia del triunfo de una política nacional. Luego, realzado, habrá cumplido su objeto y se habrá, derogado como “revisionismo”, haciéndose uno solo con la política concreta de los pueblos libres.
La dinámica del revisionismo histórico – vasto movimiento de emergencia, de la propia conciencia en tren de asumir el pueblo su rol protagónico – le lleva a una superación incesante de sus etapas iniciales. Yo diría que la plena reivindicación de Artigas señalará su momento más alto. La razón es sencilla, y nos explicaremos brevemente. En el siglo pasado, la nación hispanoamericana en agraz (España e Indias) es disgregada por el embate de dos naciones europeas más desarrolladas (Inglaterra y Francia). El proceso revolucionario de independencia de España (radicada definitivamente en Europa) y de unidad nacional americana, también se frustra por presión de Inglaterra, produciéndose un estado de descomposición nacional que dura hasta nuestros días, y con un nuevo usufructuario, los Estados Unidos. Esta descomposición forma una multitud de Estados Parroquiales, a los cuales la enajenación colonial hace creer que son Estados Nacionales. Que los Estados Parroquiales se sienten “nacionales” es la más profunda alienación colonialista. Pero hoy, con la crisis generalizada del imperialismo y el ascenso de los pueblos oprimidos, se abre el tránsito de los Estados Parroquiales, hijos de la balcanización, hacia el estado Nacional Latinoamericano.
Siempre he negado que Argentina, Uruguay, Paraguay, Venezuela, Méjico, etcétera, etcétera, constituyan Estados Nacionales. ¡De ninguna manera! A Miguel de Unamuno le recordábamos bien a los Estados – ciudad de la antigua Grecia. Somos una multitud de Estados dependientes y una sola Nación, y la independencia será el magno proceso hacia la integración federal del Estado Nacional Latinoamericano.
Como es lógico, el revisionismo histórico ha tomado impulso – dentro del área balcanizada – en las zonas que más se asemejan a una Nación. Por ejemplo: Argentina, pero esto tiene sus peligros. El creer que Argentina es una Nación, justamente por ser un fragmento latinoamericano con más volumen que otros, ¡imaginación espacial!, le puede llevar a una perseverancia en una visión parroquial, de campanario, de nuestro verdadero ser nacional. La lucha contra el coloniaje exige ir a los fundamentos mismos, a no quedarse a mitad de camino.
De ahí que debemos superar el encierro de los Estados Parroquiales, que ha rebajado a los precursores y héroes auténticamente nacionales a su propia estrechez. Artigas ha sido siempre uno de los más reacios a tal reducción y por ello él es de modo eminente la medida de la madurez de la conciencia nacional en el Río de la Plata.