Relectura de la Oda “A Roosevelt”

“A Roosevelt” consiste —según su autor— en una preconización solidaria del alma hispanoamericana “ante las tentativas imperialistas del coloso del Norte”

Artículo publicado por Jorge Eduardo Arellano en la sección «Especiales» del periódico digital nicaragüense El Nuevo Diario, el 30 de mayo de 2009.

En el siguiente video puede escucharse el célebre poema de Rubén Darío «A Roosevelt», recitado por el cantante folclórico jujeño Jorge Antonio Cafrune.

La célebre oda “A Roosevelt” de Rubén Darío es uno de sus cantos de vida y esperanza de mayor popularidad y, en consecuencia, más recitado. Sin embargo, todavía merece escudriñarse releyéndola a la luz de nuevas aproximaciones.

Ubicación temática

En su Antología temática del modernismo poético en lengua española, Alberto Acereda deslinda cinco dimensiones en la lírica modernista: 1) una sabia visión del arte y de lo metapoético; 2) un angustiado desasosiego existencial; 3) un erotismo trascendente; 4) una visión de la religión como generadora de cuestionamiento sobre la divinidad y la existencia; y 5) una constante preocupación social y política, o más bien sociopolítica. Dieciocho poemas escoge para representar cada sección, figurando en la última “A Roosevelt” y el primero de “Los Cisnes” que sustentan una palpitante dimensión política. Si “¿Qué signos haces, oh cisne con tu encorvado cuello?”, la emblemática ave de Darío, majestuosa y serena, queda ligada al destino hispánico, “A Roosevelt” consiste —según su autor— en una preconización solidaria del alma hispanoamericana “ante las tentativas imperialistas del coloso del Norte”.

Contexto epocal

Esta fue la circunstancia histórica en que se escribió: la declaración conquistadora del presidente de los Estados Unidos [del Norte], Theodoro Roosevelt (1852-1919), del 3 de noviembre de 1903: I took Panama (Yo tomé Panamá). Con ella, justificaba la política imperial e interventora de su gran nación. Panamá pertenecía a Colombia, y como este país había rechazado el convenio que el gobierno norteamericano le propuso sobre el Istmo donde proyectaba abrir el Canal, un grupo de panameños fue sobornado, proclamó la independencia y cedió la Zona del Canal en el Tratado Hay-Bureau Varilla, suscrito en Washington el 18 de noviembre de 1903. Entonces Darío, quien se hallaba en Málaga, España, reaccionó contra ese atropello. Mejor dicho: respondió, protestando como poeta, a la política expansionista de Teddy Roosevelt llamada del big stick (gran garrote), expuesta como presidente reelecto en los primeros días de enero.

Publicaciones e imitadores

Juan Ramón Jiménez (1881-1958), discípulo de Darío, fue privilegiado por éste para difundir su oda, escrita en Málaga antes del 17 de enero de 1904, pues en esa fecha se la remitió a Juan Ramón con otras composiciones en verso. El destinatario dejó constancia de su original autógrafo recibido en Madrid: “un espléndido manuscrito en papel marquilla, cuatro páginas (sic), con esa letra rítmica que Rubén escribía en sus momentos más serenos. Era la magnífica oda a Teodoro Roosevelt y venía dedicada al Rey Alfonso XIII. Al día siguiente recibí un telegrama de Rubén Darío pidiéndome que suprimiera la dedicatoria”.

Jiménez añade que dichos versos “promovieron una gloria de admiraciones. Francisco A. de Icaza [1863-1925] lloró de emoción cuando yo, en un tranvía le enseñé el manuscrito de la ‘Oda a Roosevelt’ (sic)”. El mismo Jiménez lo publicó en la revista madrileña Helios —órgano del modernismo triunfante— en febrero de ese año, con su data: “Málaga, 1904”. Luego se reprodujo en El Cojo Ilustrado de Caracas, en Pandemonium de San José, Costa Rica, y en dos revistas de Santiago de Chile: Pluma y Lápiz (el 29 de mayo del mismo año) y en La Lira Chilena con la citada datación. En El Cojo Ilustrado, José Santos Chocano —altisonante modernista del Perú—, se atrevió a contradecir el mensaje de la oda, sin trascender un nivel menos que mediocre, como lo fue su “Self-help!/En nombre de Roosevelt a Rubén Darío”, fechado en “San José de Costa Rica, 3 de mayo de 1904”, que concluía: Ya verás, cuando lleguen las albas redentoras, / que América, esta América amada del sajón, / responderá a tus versos como Roosevelt lo hiciese: / —Para vencer no tengo sino un aliado: ¡yo!

Estructura acumulativa

Pero es necesario puntualizar la estructura acumulativa y confrontadora de “A Roosevelt” a partir de su tono invocador: ¡Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman / que habría de llegar hasta ti, Cazador! —inicia Darío sus alejandrinos (versos de 14 sílabas) arrojando al rostro de Roosevelt, como una bofetada, el calificativo, aprovechando la circunstancia de que el expansionista líder norteamericano era un gran aficionado a la cacería. ¡Primitivo y moderno, sencillo y complicado / con un algo de Washington y cuatro de Nemrod! —lo retrata contraponiéndolo a su antecesor George Washington, prócer fundacional de los Estados Unidos, de quien tiene apenas “un algo” e identificándolo con Nemrod, personaje bíblico, rey fabuloso de Caldea “el primero que se hizo poderoso en la tierra” y “gran cazador” (Génesis, 10, 8-9). De éste no dice el poeta que posee mucho, sino cuatro. ¡Ojo!: el número allí escrito —aparentemente prosaico— tiene el sentido de sugerir la idea de utilitarismo, la tendencia de reducir todo a números, que domina generalmente a los hombres del Norte de América.

Contraste de culturas

En los cuatro versos siguientes (dos de 9 sílabas y otros dos de 14), la acusación de Darío se torna específica y sintetiza el carácter de Hispanoamérica: Eres los Estados Unidos, / eres el futuro invasor / de la América hispana que tiene sangre indígena, / que aún reza a Jesucristo y aún habla en español. Pero el contraste entre las dos culturas la acentúa enseguida: Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza; / eres culto, eres hábil; / te opones a Tolstoy, optando por el pacifista que fue el escritor ruso Liev Mikolaévich Tolstoy (1828-1910): polo opuesto al hombre batallador y materialista que gobernaba los Estados Unidos. Pero va más allá de su tiempo: Y domando caballos o asesinando tigres / eres un Alejandro-Nabucodonosor. O sea: como el famoso conquistador, rey de Macedonia, Alejandro Magno (356-323 a.C.) y Nabucodonosor II el Grande, rey de Caldea (605-562 a.C.), destructor del reino de Judá, entre otras acciones depredadoras. (Eres un Profesor de energía / como dicen los locos de hoy) —remata la primera estrofa, directa y efectiva, apropiándose de la expresión Profesor de energía inventada por Stendhal para aplicársela a Napoleón.

Estética política

A continuación, los versos se acortan en sílabas de 10 y 8: Crees que la vida es incendio, / que el progreso es erupción; / que en donde pones la bala / el porvenir pones. / No. Esta sílaba, enfática, complementaria asonante del sexasílabo anterior, queda con valor autonómico de verso único. Al respecto, el propio Darío estaba consciente de esta intencionalidad gráfica o visual. En carta desde Málaga, fechada el 24 de enero de 1904, solicitó a Jiménez pruebas de imprenta de su oda ordenando: “que me pongan espacios blancos de interlíneas dobles de las usuales, por causa de estética política¡ [el énfasis subrayado y la admiración son suyas, como también las frases siguientes]. ¡Qué diría el Yankee!”. Ya en París, el 30 de marzo solicita al mismo Jiménez tres o cuatro ejemplares del número de febrero de Helios, revista donde se había publicado la oda clamorosa y protestataria ante la política del garrote.

Hugo a Grant: “Las estrellas son vuestras”

En la estrofa inmediata Rubén reconoce la fuerza ciclopea de la potencia: Los Estados Unidos son potentes y grandes. / Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor / que pasa por las vértebras enormes de los Andes. / Si clamáis se oye como el rugir de un león. / Ya Hugo a Grant le dijo: Las estrellas son vuestras —cita una frase de Víctor Hugo (1802-1885), que escribiera contra el presidente Ulises Grant (1822-1885), cuando éste visitó París en 1877. Simbólicamente, las estrellas son vuestras se refería tanto al poder de los Estados Unidos (dueño del cielo y de la tierra) como al aumento de las estrellas (una por cada Estado), estampada en su bandera.

El argentino sol, la estrella chilena, La Libertad de Bertholdi

En los versos 25-29 prosigue el subtema, excepto cuando alude a los símbolos, un sol y una estrella, respectivamente, de la República Argentina y de Chile, países en los cuales Darío confiaba para integrar con Brasil, a corto plazo, un muro de contención frente a los Estados Unidos. (Apenas brilla, alzándose, el argentino sol / y la estrella chilena se levanta). Sois ricos, / juntáis al culto de Hércules el culto de Mammon; / y alumbrando el camino de la fácil conquista, / la Libertad levanta su antorcha en Nueva York. Es decir: la colosal estatua de cobre repujado y 46 metros de altura, obra del escultor francés Frederich-Auguste Bertholdi (1834-1904), erigida sobre uno de los islotes a la entrada del puerto de Nueva York en 1896.

Y el culto de Hércules (el semidiós griego de fuerza extraordinaria) unido al culto de Mammon (dios de la riqueza para los fenicios) no revelan sino los cultos a la fuerza bruta y al dinero. En los 16 alejandrinos siguientes, Darío opone a Roosevelt y a la América anglosajona “la América nuestra” (término procedente del generalizado por Martí) de origen hispano, principalmente su pasado aborigen a través de: Netzahualcóyotl (c. 1402-1472), sabio político y guerrero, rey de Tezcoco que hizo florecer las artes, arquitecto y poeta náhuatl; Montezuma II (c. 1467-1520), penúltimo soberano del imperio azteca; y Cuauhtémoc (c. 1496-1525), de quien recrea una célebre expresión rescatada por los cronistas.

He aquí los 16 versos que, según Jaime Torres Bodet, aún hoy es imposible leer sin emoción: Más la América nuestra, que tenía poetas / desde los viejos tiempos de Netzahualcóyotl, / que ha guardado las huellas del gran Baco, / que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió; / que consultó los astros, que conoció la Atlántida / cuyo nombre nos llega resonando en Platón, / que desde los remotos momentos de su vida / vive de luz, de fuego, de perfume, de amor, / la América del grande Moctezuma, del Inca, / la América fragante de Cristóbal Colón, / la América católica, la América española, / la América en que dijo el noble Guatemoc: “Yo no estoy en un lecho de rosas”; esa América, / que tiembla de huracanes y que vive de amor, / hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive. / Y sueña. Y ama, y vibra, y es la hija del Sol.

Los cachorros del león español, el No vertebral y la palabra cúspide: ¡Dios!

O sea: de las culturas solares prehispánicas. Mas Darío destaca también las cualidades de las naciones hispanoamericanas que creía herencias ibéricas (del heráldico león rampante): coraje, valor, soberanía, vigilancia, advirtiendo: Tened cuidado. ¡Vive la América española. / Hay mil cachorros sueltos del león español. Tras de lo cual, concluye: Se necesitaría, Roosevelt, ser Dios mismo, / el Riflero terrible y el fuerte Cazador, / para poder tenernos en vuestras férreas garras. // Y, pues, contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!. En síntesis, un reto y una concepción espiritual que considera a la religión como el más alto valor humano, contrapuesto al materialismo avasallador del poder y la riqueza. La palabra-cúspide ¡Dios! se correlaciona con el No-vertebral del verso 19, o final de la primera parte de la oda. “Por genialidad poética —observó Pedro Salinas— resultan ser dos monosílabos, rotundos y de formidable capacidad de impresión en el ánimo del lector, allí donde van colocados.”

“El poeta adopta el tono de Víctor Hugo de Los Castigos” —señala Torres Bodet como fuente de la oda, traducida al inglés en 1913 por Eligan C. Hills, en su antología Modern Hispanic Lyrics, editada ese año en Nueva York. Tres artículos dedicó Darío a esa obra, en la cual se le reconocía su innovación en el verso alejandrino, ejemplificado precisamente con los de su poema, y su valor central dentro del “movement of emancipation” ya consolidado en Hispanoamérica. La versión inglesa de “A Roosevelt” se la remitió Hills al ex presidente Roosevelt, pero éste le replicó en una breve, pero interesante carta que el hispanista se negó a difundir.

“Un trompetazo”

La actitud de Hills fue lamentable. La Hispanic Society of America, donde se custodia el manuscrito de la oda, donado en 1916 por Juan Ramón Jiménez, tampoco ha promovido su difusión. El mismo Jiménez la valoró como uno de los textos que no pasarán de Darío, “y tampoco pasará nunca lo que la oda dice” —aseguró. Por eso su propio autor la calificaría de “un trompetazo” (reduciéndolo a eso: un sonoro, aunque grandioso, anatema de la política invasora de los Estados Unidos, en defensa de nuestro continente mestizo).

Lea el poema completo pulsando en este enlace: https://hispanoamericaunida.com/2012/11/17/a-roosevelt/

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