«en un mundo de colosos y megafusiones, es necesario ser grande y fuerte si se desea no ser engullido, si se aspira a estar en una posición fuerte para negociar adecuadamente los intercambios con el mundo. Es el caso de Brasil. No el de Hispanoamérica, archipiélago de 19 Estados. La megalengua española —40% de los hablantes del continente— puede ser el cemento de una construcción política que nos genere una escala adecuada»

Las grandes lenguas de América. El español (en color verde) es la lengua más hablada: más del 40% de toda la población del continente. Sin embargo, la posición de Hispanoamérica en el mundo es débil porque no está constituida como una sola Nación soberana e independiente, sino dividida en muchas repúblicas.
Artículo de Carlos Leáñez Aristimuño, lingüista y profesor del Departamento de Idiomas de la Universidad Simón Bolívar de Caracas, publicado el 6 de agosto de 2009 en la bitácora «Hablo luego existo».
Hay alrededor de siete mil lenguas en el mundo: 81,6% de ellas abarcan menos de 100.000 almas, 55,1% menos de 10.000, 25,7% menos de 1.000, 8 % menos de 100. Vehiculan casi exclusivamente tradición e identidad. Constituyen, como toda lengua, un tesoro de la humanidad. Pero sus hablantes jóvenes las abandonan a medida que se alejan de los campos y las aldeas en pos de las luces de la ciudad: la población urbana mundial pasará del 40% hoy al 80% en 2.025. Las urbes fagocitan multilingüismo y secretan monolingüismo: el equipo de la ciudad, densamente agrupado y en comunicación constante requiere un código común capaz de acometer las más disímiles y complejas tareas. Resultado: todos los estudiosos parecen coincidir en que a finales de siglo serán menos de mil las lenguas sobrevivientes. Lo anterior —con justicia— ha encendido multitud de alarmas en nombre de la diversidad lingüística… pero se suele dejar de percibir que las megalenguas, como las grandes urbes, son fuentes extraordinarias de apertura, libertad y fortaleza. Y la nuestra es una megalengua que agrupa 400 millones de hablantes.
Ocupémonos antes que nada de la apertura que posibilita nuestra inmensa urbe. Es el español el segundo idioma hacia el cual más se traduce, tal como nos lo indica el Index Translationum de la UNESCO. Es decir que quien nuestra lengua domina tiene un amplísimo mirador sobre la humanidad. Pero también es el español una plataforma de lanzamiento para llevar nuestros aportes al mundo: es el sexto desde el cual más se traduce. Traemos, llevamos. Nos enriquecemos y enriquecemos. Nos transformamos y transformamos.
En la aldea, el control social es fácil, fuerte y homogeneizante. En la gran urbe, dificultoso, débil y permite una inmensa variedad… sin perder un mínimo de puentes. Jorge Luis Borges coexiste con Augusto Roa Bastos, Hugo Chávez con Álvaro Uribe, las vanguardias con los anacronismos, lo occidental con lo autóctono, el todo mientras las pieles se mezclan. Las megalenguas como la nuestra, al crear macrocomunidades, facilitan la libertad y dan el código de base para permitir el intercambio amplio, el cual da frutos de diversidad muchas veces imposibles —y con frecuencia prohibidos— en pequeñas comunidades.
Por último, en un mundo de colosos y megafusiones, es necesario ser grande y fuerte si se desea no ser engullido, si se aspira a estar en una posición fuerte para negociar adecuadamente los intercambios con el mundo. Es el caso de Brasil. No el de Hispanoamérica, archipiélago de 19 Estados. La megalengua española —40% de los hablantes del continente— puede ser el cemento de una construcción política que nos genere una escala adecuada.
Apertura, libertad y fortaleza son atributos a los cuales los hispanoamericanos debemos aspirar. Tenemos la inmensa fortuna de que la locomotora de la lengua está allí, lista para propulsar a los vagones de la política y la economía. Enganchémoslos.
Pienso que inflan mucho la influencia de Brasil en hispanoamérica, lo citan demasiado; no veo mayor influencia de Brasil que el fútbol y la samba, mas bien hay que preocuparnos que muchos de los gobiernos de nuestra américa se han alineado con Londres y que del otro lado tenemos gobiernos populistas que dicen defender los ideales de Bolívar pero no pasan más allá de discursos y robos al pueblo, no veo la luz al final del túnel para nuestra América 😦
Yo estoy de acuerdo con Emanuel. Desde mi punto de vista Brasil debe ser tratado como uno mas de nosotros. Tenemos lenguas similares, una historia y cultura paralelas y las mismas amenazas. Ademas raro es el Brasileño que no entiende y chapurrea nuestra lengua, deberiamos corresponderles. En Brasil son conscientes de la importancia del Español, habreis oido lo que dicen en Brasil, solo tienen dos salidas, el mar o el español. Las verdaderas amenazas estan en los populismos disfrazados tras la bandera de una hispanoamerica unida, las interferencias interesadas anglosajonas en la region.
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