La fragmentación de Hispanoamérica

Artículo publicado en el sitio web Izquierda Hispánica (autor no citado).

Las independencias americanas: Estados Unidos y Brasil conservaron su unidad y además ampliaron sus respectivos territorios, mientras que Hispanoamérica se fragmentó en pequeñas repúblicas, perdiendo su unidad de tres siglos.

Las independencias americanas: Estados Unidos y Brasil conservaron su unidad y además ampliaron sus respectivos territorios, mientras que Hispanoamérica se fragmentó en pequeñas repúblicas, perdiendo su unidad de tres siglos.

Sin más que echar un vistazo a un mapa político de América se percibe enseguida un rasgo notorio, distintivo de los bloques de naciones actuales que ocupan los territorios de los antiguos imperios británico, español y portugués: la unidad y extensión de los EEUU y del Brasil frente a la fragmentación de la América española.

Fragmentación en algunos casos agravada por el hecho de ser de segundo grado, esto es, fragmentación de la fragmentación, como sucedió con la Gran Colombia (actualmente Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá) o con las Provincia Unidas del Centro de América.

Transcribo por su expresividad un texto de E. Caballero (extraído de “El laberinto de la Hispanidad” del capítulo “Emancipación y fragmentación de Iberoamérica” de Xavier Rubert de Ventós):

“Con el terremoto de la Independencia, la América española se fraccionó en numerosos pueblos. El Brasil, en cambio, permaneció firme en su polifacética unidad. Todo porque los Braganza lograron zarpar hacia Bahía mientras que los majos madrileños inmovilizaron el carruaje del futuro Fernando VII, el Deseado. Por donde se ve que no era tan delirante la aspiración de los próceres del Veinte de julio cuando juraban en Santa Fe obediencia y sumisión a los Borbones, siempre y cuando hiciesen el favor de venir a instalarse a Cundinamarca. La consecuencia que se deduce claramente ahora es que el Brasil constituye un mercado común, mientras que las naciones de origen español creen poder reconquistar el tiempo perdido haciendo tímidos esfuerzos de integraciones parciales: Grupo Andino, Mercado Común Centroamericano, Alale”.

Sin entrar ahora en la discusión detallada de las causas de estos hechos o de la exactitud del texto (análisis que haremos más adelante) sí podemos añadir en honor a la verdad que el desempeño de los imperios depredadores emergentes en el acoso y derribo de la Monarquía Hispánica (nombre oficial del imperio católico hispánico) fue clave. En tres tiempos, con sendos modos: la invasión de la Península por el imperio napoleónico francés, con la consiguiente crisis institucional de la monarquía y de los órganos de gobierno de la resistencia y el rechazo en América al invasor francés y a las autoridades españolas colaboracionistas; el inglés, con varios intentos fallidos de invasión en la propia América primero, más, ya durante las guerras de emancipación, la financiación, la venta de armamento, el envío de cuantiosos voluntarios (la legión extranjera de Bolivar), apoyo diplomático, etc (es decir, una actividad soterrada pero eficaz, en una palabra: pérfida); y la última palabra de los gringos con la doctrina Monroe: América para los americanos (aunque bien cabría la paráfrasis orwelliana de que algunos americanos son más americanos que otros).

Complétese este cuadro con la retrospectiva de los desgajamientos, amputaciones y arañazos territoriales que han padecido la veintena de naciones a beneficio de los EEUU (medio México: California, Nuevo México, Texas, Colorado, Arizona, más la lista inacabable de invasiones, injerencias e inducción de golpes de Estado y secesiones) o del Brasil (territorios arañados a Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay, esto es, a todos los limítrofes).

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