Masferrer y Sandino: antiimperialismo y nacionalismo

«Tanto Sandino como Masferrer fueron nacionalistas y antiimperialistas; formaron parte de una línea de pensamiento más amplia, cuya matriz ideológica era el arielismo y las ideas de Vasconcelos, pero actuaron de modo diferente. El primero optó por la lucha armada; el segundo por la denuncia y la protesta mediante campañas puntuales contra las compañías extranjeras y los nacionales que colaboraban con ellas»

El siguiente texto es un fragmento extraído del ensayo titulado «Alberto Masferrer, Augusto César Sandino: Antiimperialismo, espiritualismo y utopía en la década de 1920», del historiador Carlos Gregorio López Bernal (Universidad de El Salvador). Publicado en diciembre de 2009 en el sitio web Academia.edu

"Entre nosotros no deben existir fronteras y todos estamos en el deber preciso de preocuparnos por la suerte de cada uno de los pueblos de la América Hispana" (Augusto César Sandino).

«Entre nosotros no deben existir fronteras y todos estamos en el deber preciso de preocuparnos por la suerte de cada uno de los pueblos de la América Hispana» (Augusto César Sandino).

A primera vista, pareciera que hay poco en común entre el aguerrido guerrillero que tuvo la osadía de enfrentarse a los marines estadounidenses y el pacífico e inofensivo Masferrer. A pesar de que ciertamente hay aspectos incompatibles entre ambos, este estudio pretende demostrar que hubo afinidades y, que además, varias de las características que se señalarán también eran compartidas por otros intelectuales de la época. Aunque Sandino no era un intelectual al estilo de Rodó, Turcios o Vasconcelos elaboró un discurso que tuvo mucho eco, no solo en América, si no en Europa. Sus viajes y sus lecturas le dieron un bagaje cultural disperso y poco sistemático, pero suficiente para entender la política nicaragüense y el expansionismo estadounidense. Así, por lo menos en sus mejores momentos, pudo mantener un interesante diálogo con la comunidad intelectual latinoamericana, con la cual compartió mucho más que su radical antiimperialismo.

La creciente influencia política y económica de los Estados Unidos en Hispanoamérica dio lugar al surgimiento del antiimperialismo y al reforzamiento del nacionalismo. Casáus y García hablan de una “espiritualismo nacionalista” que constituyó como respuesta ideológica, política y social al positivismo y al proyecto liberal y que buscaba dar legitimidad a lo nacional construyendo una cultura propia(8). En los años veinte, un intelectual consciente debía condenar el imperialismo yanqui. En revistas como “Repertorio Americano”, dirigida por Joaquín García Monge, “Amauta” de José Carlos Mariátegui, “Ariel” a cuya cabeza estaba Froylán Turcios; o el diario “Patria” dirigido por Alberto Masferrer se pueden encontrar incendiarios escritos contra el imperialismo y el intervencionismo norteamericano.

La retórica abundó, pero solo Sandino pasó del discurso a la lucha armada; quizá por eso se convirtió tan fácil y rápidamente en el símbolo de la lucha antiimperialista. Sandino se mantuvo fiel a su ideario liberal, nacionalista y antiimperialista. Entró a la guerra civil apoyando el bando liberal y cuando el general Moncada firmó un acuerdo para terminar la guerra contra los conservadores, Sandino lo rechazó tajantemente. Aún después, cuando el objetivo de su lucha era sacar a los marines de Nicaragua, siguió alegando representar al auténtico liberalismo nicaragüense.

El nacionalismo de Sandino tenía mucho del espiritualismo que se puso de moda en esos años, y a menudo trascendía las fronteras nacionales. Sus llamados a crear la nación indohispana tienen vínculos con las ideas de “raza cósmica” de José Vasconcelos o el arielismo de Rodó(9).  En 1928 escribía al hondureño Froylán Turcios:

[…] entre nosotros no deben existir fronteras y todos estamos en el deber preciso de preocuparnos por la suerte de cada uno de los pueblos de la América Hispana, porque todos estamos corriendo la misma suerte ante la política colonizadora y absorbente de los imperialistas yankees(10).

Sandino era deudor del nacionalismo espiritual que ya antes se había manifestado en otros intelectuales hispanoamericanos y que con diferentes matices siguió apareciendo en movimientos tales como el Aprismo de Víctor Raúl Haya de la Torre o el Vitalismo de Alberto Masferrer. Pero el rasgo distintivo de Sandino es la intransigencia de su antiimperialismo y su rechazo a la presencia de las tropas estadounidenses en Nicaragua. El nacionalismo anti-imperialista fue su bandera de lucha y la razón de su éxito y de su fracaso. Mientras los marines estuvieron en Nicaragua, Sandino fue invencible y un símbolo continental, pero una vez que los marines se fueron, el “General de hombres libres” no pudo articular un proyecto que le permitiera maniobrar en el nuevo contexto nacional y capitalizar políticamente su éxito guerrillero(11).

Masferrer también fue antiimperialista, pero orientado hacia la economía y la cultura. Esto fue así  porque Estados Unidos nunca intervino directamente en El Salvador. No obstante, a partir de 1922 las aduanas salvadoreñas estuvieron controladas por agentes estadounidenses, como parte de las condiciones del préstamo negociado por el Presidente Jorge Meléndez. El 70% de los impuestos recaudados quedaba en manos norteamericanas. Dicha medida provocó mucho descontento. Cuando en 1931 el presidente Arturo Araujo, acosado por la crisis económica, trató de obtener otros préstamos, encontró fuerte oposición. Alberto Masferrer expresó que era preferible morir de hambre que contratar un empréstito con una casa estadounidense(12).

En la década de 1920 el capital nacional salvadoreño comenzó a ser desplazado por el extranjero. La generación de energía eléctrica, que anteriormente había estado en manos nacionales, fue crecientemente absorbida por capital extranjero(13). En 1927 circuló el rumor de la posible venta de la Compañía de Alumbrado Eléctrico de Santa Ana, propiedad de la viuda del ex presidente Tomás Regalado. Esta vez el periódico Patria, dirigido por Masferrer, se opuso abiertamente. “Nosotros debemos oponernos a la venta de esta empresa con toda nuestra energía, porque los ríos pertenecen a la nación, y por lo tanto no pueden ser alienados a intereses extranjeros”(14).

El rechazo a la penetración del capital extranjero tuvo eco entre los sectores populares. En 1929 se realizó una campaña contra el servicio de autobuses; la mayor  parte de ellos eran propiedad de inmigrantes sirios y palestinos. Los patronos apoyaron esta lucha pues un aumento en los pasajes provocaría demandas de aumentos salariales. La Federación Regional de Trabajadores de El Salvador, fundada en 1924 y conocida como la “Regional”, realizó al menos tres sesiones para discutir el problema de los autobuses, y decidió boicotear el servicio(15). El año siguiente hubo fuertes protestas por el aumento de las tarifas eléctricas en la ciudad de Santa Ana. Más de 700 usuarios prescindieron dervicio como medida de presión, lográndose la rebaja de las tarifas(16). Otras ciudades siguieron el ejemplo de los santanecos y, entre 1929 y 1930, se produjeron numerosas protestas(17).

"movámonos en el sentido de nuestra fuerza directriz, que es la cooperación, y entonces el espíritu hablará por nosotros, y veremos, clara y exactamente, el camino de nuestra salvación" (Alberto Masferrer).

«Movámonos en el sentido de nuestra fuerza directriz, que es la cooperación, y entonces el espíritu hablará por nosotros, y veremos, clara y exactamente, el camino de nuestra salvación» (Alberto Masferrer).

Por otra parte, en 1926 se organizó en El Salvador la “Liga Anti-imperialista”. El acta de instalación de la Liga afirmaba que su objetivo era oponerse “a los actos atentatorios contra la autonomía de los pueblos hispanoamericanos”. La junta directiva estaba integrada por destacados intelectuales, siendo el Presidente don Miguel Pinto, vicepresidente el Dr. Rosendo Argüello. Entre los vocales figuraban el Dr.Salvador R. Merlos, el Dr. José de Jesús Zamora(18).

Merlos y Argüello fueron los encargados de elaborar el manifiesto inicial; se estableció que sus acciones serían internacionales y por lo mismo no intervendría en cuestiones políticas internas. A la vez se autorizaba la fundación de un Comité Anti-imperialista en Santa Ana(19). El manifiesto afirmaba: “Nuestros antepasados lucharon heroicamente por un gran ideal, el ideal de forjar nacionalidades con personería propia que pudieran gozar de la vida soberana que por derecho natural les corresponde.” Seguidamente enumeraba los obstáculos que tales ideas habían enfrentado para terminar afirmando: “Ninguna nación en el mundo nos ha causado tanto daño material y moral como la de los Estados Unidos del Norte. Ella no se ha preocupado más que de enriquecerse con nuestro oro y engrandecerse con nuestras tierras”(20).

Aunque la mayoría de los dirigentes de la Liga Anti-imperialista eran intelectuales, sus planteamientos rápidamente encontraron eco entre los obreros y los estudiantes. La “Regional” organizó una marcha con el fin de “manifestar su adhesión al Presidente Calles por su política internacional, así como protestar contra la intervención yanqui en Nicaragua(21). Al parecer, Masferrer no participó en esas protestas, pero sus editoriales en el diario Patria y su apoyo a las campañas contra las compañías extranjeras que operaban la generación de electricidad, el ferrocarril y los autobuses, no dejan lugar a dudas de su posición antiimperialista y nacionalista. Siguiendo esa línea, se afilió a la Alianza Popular Revolucionaria Americana APRA, en febrero de 1929. El intelectual Victor Raúl Haya de la Torre escribió desde Londres a Joaquín García Monge para darle a conocer la adhesión de Masferrer(22). En 1928, Masferrer se refería en estos términos al aniversario de la independencia de los Estados Unidos:

[…] se nos vuelve difícil no sentirlo como una fecha repulsiva, de recuerdo antipático. Porque la nación que lo conmemora y festeja, no es ya para nosotros una esperanza, ni siquiera una tranquilidad: es la conquista, es el menosprecio, es la absorción(23).

Seguramente que la intervención militar en Nicaragua y la heroica lucha de Sandino influyeron en su ánimo a la hora de escribir ese editorial.

Sin embargo, en más de una ocasión Masferrer también declaró su admiración por los Estados Unidos. En octubre de 1928 escribió una serie de artículos que tituló “La misión de América”. En ellos afirmaba que la vieja Europa había dejado de ser una esperanza para el mundo, «ya no es saludable, ya no es adecuada, ya no responde a las necesidades y anhelos del mundo”. Ante ese panorama y siguiendo la línea de Vasconcelos declaraba que América estaba llamada a ocupar el lugar de Europa y crear una nueva civilización, pero advertía:

[…] lleguemos antes al despertar de nuestra amplia conciencia: movámonos en el sentido de nuestra fuerza directriz, que es la cooperación, y entonces el espíritu hablará por nosotros, y veremos, clara y exactamente, el camino de nuestra salvación(24).

Masferrer consideraba que una misión de tal envergadura solo podía ser llevada a cabo por dos pueblos: el angloamericano y el hispanoamericano. A diferencia de Rodó, Masferrer, consideraba que el “pragmatismo” y la energía de los Estados Unidos podían ser una virtud si se sabían encauzar.

Porque, como es notorio, nosotros los del sur tenemos el ensueño, la compasión, la equidad, el desinterés, la abnegación fácil, el sentido del arte y la devoción por la belleza; y ellos, los del norte, tienen la constancia, el método, el respeto a la ley, la devoción por la justicia, el sentido del orden y el instinto de la organización. ¿Qué no producirán estos dos genios, complemento uno del otro, y tan necesarios los dos, si se quiere alcanzar la síntesis de la cultura humana?(25).

El problema era que cada vez se hacía más difícil encontrar las afinidades, sobre todo por la agresiva expansión económica y las intervenciones militares de los estadounidenses. Una vez que la política y los intereses económicos entraban en juego, la “energía y la vitalidad” de los norteamericanos degeneraba en imposiciones y arbitrariedades. Pero Masferrer también era consciente de que los hispanoamericanos tenían su cuota de culpa por facilitar la penetración estadounidense: “si estos pueblos no llegan, por fin, a la comprensión de su interna ley y de su alta misión, entonces esa nueva cultura será no más la obra del norte; será una cultura exclusivamente angloamericana… El poder es y será siempre de los fuertes”(26).

Tanto Sandino como Masferrer fueron nacionalistas y antiimperialistas; formaron parte de una línea de pensamiento más amplia, cuya matriz ideológica era el arielismo y las ideas de Vasconcelos, pero actuaron de modo diferente. El primero optó por la lucha armada; el segundo por la denuncia y la protesta mediante campañas puntuales contra las compañías extranjeras y los nacionales que colaboraban con ellas. Sandino fue intransigente en sus posiciones; mientras que Masferrer creía que los Estados Unidos y los pueblos del sur podían convivir si compartían sus mejores cualidades.

NOTAS

(8) CASAÚS- GARCÍA, 2005, p. 292.

(9) Una interesante caracterización del pensamiento nacionalista de Sandino aparece en PAKKASVIRTA, 1997, pp. 90-92.

(10) Carta de Sandino a Froylán Turcios, 10-VI-1928. En RAMÍREZ, 1981, tomo I, pp. 270-271.

(11) Véase, WÜNDERICH, 1995.

(12) LA PRENSA GRÁFICA, 1994, tomo I, p. 202.

(13) WILSON, 1970, pp. 172-173.

(14)  Ibídem, p. 174.

(15) “El problema de las camionetas fue otra vez discutido en la Regional de Trabajadores”.  Diariodel Salvador , 19-III-1929, p. 1.

(16) “Santa Ana ha empezado el boicot contra la cía. de luz eléctrica”. Patria, 17-IX-1930, p. 1; “Pasan de 700 los abonados que han retirado la luz eléctrica en Santa Ana”. Patria, 4-X-1930, p.1;  “El Alcalde de Santa Ana apoyó el boicot”. Patria 22-X-1930, p. 1.

(17) Estas protestas alcanzaron también a las compañías de ferrocarriles. Una nota del diario Patria señalaba: “Espléndido resultado está dando el boicot contra la Salvador Railway. En El Congo se emplean únicamente camiones y carretas. Ya no seguiremos siendo explotados por compañías extranjeras que nos ultrajan”. Patria, 10-IX-1930, p. 1.

(18) “Acta de instalación de la Liga Anti-imperialista”. Diario del Salvador , 23-XI-1926, p. 2. El 19 de septiembre de 1926 Salvador R. Merlos dictó una conferencia en la Universidad Popular en la que se refirió a la situación revolucionaria que se vivía en Nicaragua, asegurando que “cuanto atañe a Nicaragua internacionalmente, se relaciona con el futuro de Centroamérica”. “La conferencia de ayer”. Diario del Salvador , 20-IX-1926, p. 1.

(19) “Acuerdos tomados anoche por la Liga Anti-imperialista”. Diario del Salvador, 24-XI-1926, p.1. El comité organizado en Santa Ana rápidamente entró en acción. El 19 de enero del año siguiente realizó una manifestación. Según un corresponsal, asistieron cinco mil personas. “Manifestaciones antiimperialistas en Santa Ana”.  Diario del Salvador , 21-I-1927, p. 3.

(20) “Manifiesto de la Liga Anti-imperialista de San Salvador a los pueblos ibero-americanos”. Diario del Salvador , 29-XI-1926, p. 1.

(21) “La gran manifestación de ayer contra el imperialismo. Desfilaron diez mil personas”.  Diario del Salvador, 17-I-1927, p. 8. El antiimperialismo ayudó al fortalecimiento de la “Regional”, e incluso a la expansión del comunismo. El dirigente obrero Miguel Mármol, refiere: “El antimperialismo creció mucho en todos los sectores de la población salvadoreña, nuestro trabajo organizativo se apoyó mucho en ese sentimiento y nuestra organización contribuyó a extenderlo y profundizarlo”. DALTON, 1982, p. 131.

(22) “Dos cartas de Haya de la Torre”. Repertorio Americano, tomo 18, nº 16, abril de 1929, p. 251.

(23) Alberto MASFERRER , “Cuatro de julio”. Editorial de Patria, 4-VII-1928. En GEOFFROY, 1960, p 45.

(24) Alberto MASFERRER, “La misión de América III”. Editorial de Patria, 3-X-1928. Ibídem, p. 155. El énfasis es del original.

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