“Todos cuantos habitamos el nuevo mundo somos hermanos, todos de una sola familia, todos tenemos unos solos intereses” (José Gervasio Artigas, refiriéndose a la América indiana o española)
El siguiente texto está extraído de «La disgregación del Reyno de Indias» (Capítulo 11), obra póstuma del político, historiador y escritor uruguayo Felipe Ferreiro (1892-1963). El libro fue editado en Montevideo por Barreiro y Ramos en 1981, y consta de una recopilación de artículos llevada a cabo por el hijo del autor, el Profesor Hernán L. Ferreiro.

La Liga Federal, también conocida como Liga de los Pueblos Libres. Contra la visión de Buenos Aires. Artigas concebía el federalismo como garantía de la unidad de una Nación hispanoamericana.
La Vocación Americanista de los Orientales[1]
Las circunstancias de la “Guerra de la Revolución” al determinar que se produjeran a distintas horas en las diversas regiones las declaraciones de emancipación inducen hoy frecuentemente al error de creer que en esos actos nos subdividíamos y deslindábamos nuestras fronteras definitivas.
Eso no es verdad aunque lo parezca en vista de la solución final producida. No autorizaría a presumirlo, desde luego, el pasado de tres siglos vividos en común en un fecundo y creciente intercambio social, económico y político, sostenido de fácil manera por la uniformidad del idioma, la religión y las costumbres. Menos aún lo permite el desarrollo de los sucesos ocurridos de 1810 en adelante en cualquiera de sus aspectos, así en el militar como en el civil o el político. La más estrecha colaboración impera entre “los Pueblos” en ese entonces.
Nosotros, por nuestra parte,-grato es constatarlo-concurríamos sin asomo de duda egoísta a ese movimiento. Nuestra pequeñez territorial y nuestra todavía escasa población no constituyeron óbice para que contribuyéramos con cientos de soldados que irían a luchar y morir defendiendo la libertad americana en lejanas tierras: en Vilcapugio, en Viluma, en Maipo, en Río Bamba, en Pichincha.[2]
Artigas, máximo intérprete del sentimiento colectivo oriental, ni concebía la disgregación. Su indianismo era profundo y claro. En 1817 en medio de los azares de la lucha en que se hallaba empeñado, supo encontrar el modo de festejar y hacer que se celebrara en todo el territorio que estaba bajo su mando, la victoria de Chacabuco que era para él un triunfo de “las armas de la Patria”, contra el poder de los tiranos”. Sigue leyendo