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El Banco de Inglaterra y la destrucción de América Hispana

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Vista de Lombard Street en un grabado de T. H. Shepherd (1829). Esta era la sede central del sistema monetario de Inglaterra, responsable de la ruina financiera de Hispanoamérica.

«Gran Bretaña destruyó a las Españas de América, manteniéndolas sojuzgadas en el siglo XXI, por medio de un feroz neocolonialismo y dependencia económica y financiera (…)  Este neocolonialismo provoca que el comodumes decir, las ganancias, vayan hacia Londres; por otra parte el periculumlas pérdidas, son para Hispanoamérica: hambre, desocupación, enfermedades letales, analfabetismo e ignorancia, desnutrición»

El siguiente texto es un extracto del libro «La involución hispanoamericana. De provincias de las Españas a territorios tributarios. El caso argentino. 1711-2010» (Capítulo XXVI: La «pérdida» del Imperio Español y el Banco de Inglaterra), obra de Julio C. González, abogado y economista, ex Secretario Técnico de la Presidencia de Perón y ex Profesor de la Universidad de Buenos Aires, y actualmente Profesor Titular de «Estructura Económica Argentina» en la Universidad Lomas de Zamora (Buenos Aires).

El Banco como punta de lanza para continuar la destrucción de los pueblos hispanos

Los intereses económico-financieros de Gran Bretaña utilizaron estas sociedades, masónicas o afines, para disolver y destruir el Imperio español, que era una civilización mundial afirmada sobre cuatro parámetros muy firmes:

1)    Posiciones filosóficas.

2)    Deslinde religioso.

3)    Estructura jurídica.

4)    Conformación-concordancia económica.

España no era ni podrá ser jamás un absolutismo o una hegemonía iconoclasta de libertades elementales para la vida. Porque España posee un sincretismo edificado por San Isidoro de Sevilla (circa 560-636) en el Concilio de Toledo (633), sobre el que se unificó la península ibérica como pueblo español. Tal unificación se desenvolvió, más tarde, sobre la base de la congruencia de tres pensadores colosos de sus axiomas interdependientes: Averroes (1126-1198), islámico, Maimónides (1135-1204), judío sefaradí, ambos de la Córdoba andalusí, y Santo Tomás de Aquino (1225-1274), de Roccasecca, en el Reino de Nápoles, Italia.

Los denominados “próceres”, “patriotas” o “libertadores” tanto por la historia “clásica” cuanto por la “revisionista”, si hubieran sido merecedores de tales denominaciones honoríficas, debieron en primer lugar haber conservado el mundialismo geográfico político de la estructura mundial Imperio español. El Imperio español tenía los siguientes hitos positivos:

  1. Idioma.
  2. Derecho: Nueva y Novísima Recopilación de las Leyes de Indias, que establecen derechos, obligaciones y responsabilidades para todos.
  3. Religión: en las Españas de América era el cristianismo católico, yuxtapuesto, en su aspecto antropológico, con las creencias ancestrales del Dios-Sol y la Madre-Tierra.
  4. Tradiciones culturales: música, poesía, instrumentos musicales, canto, baile.
  5. Arte escultórico: catedrales, pirámides aztecas y mayas en México y Yucatán; Puerta del Sol en Bolivia y ciudades incaicas del Perú: Machu Picchu.
  6. Conocimientos científicos: medicinales, matemáticos y astronómicos.

En vez de mantener esta armonía sobre la cual pudo haberse edificado una gran civilización, los secesionistas llamados libertadores segmentaron, diezmaron y trituraron todo. Sigue leyendo

Bolívar y el sueño de una Hispanoamérica unida

«lo que Bolívar tenía en mente era nada menos que la creación de un imperio hispánico independiente en América (…) EI propósito (…) era, desde luego, llevar a los hispanoamericanos al centro mismo del dinámico comercio del Atlántico Norte, conquistar un lugar en la naciente hegemonía, obtener para la América española las mismas cosas que veía avecinarse a los Estados Unidos. Y esto es, sin duda, un sueño que la mayoría de los hispanoamericanos han acariciado desde la independencia, sueño expresado de mil maneras distintas, pero cuya esencia se ha mantenido constante a través de los muchos cambios de regímenes políticos o ideologías de moda»

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Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander saliendo del Congreso de Cúcuta, según un óleo de Ricardo Acevedo Bernal (1926).

El siguiente texto es un extracto del ensayo titulado «Simón Bolívar y el sueño de una Hispanoamérica unida» (1983), del historiador y profesor universitario estadounidense John V. Lombardi. Tomado del sitio web REDINED (Red de base de datos de información educativa – Ministerio de Educación y Ciencia de España).

LA VISION BOLIVARIANA

EI legado de Bolívar a América se encuentra en los volúmenes de leyes, decretos, proclamas, cartas y similares que, mejor que ningún historiador, muestran la vida que él intentó crear. Este fructífero frenesí dejó a Venezuela y a la América española una visión extraordinaria del hombre de letras y de acción del siglo XIX, parangón muy imitado desde entonces en las Américas. A través de sus escritos vemos a Bolívar como una de las figuras intelectuales importantes de Venezuela. Sus cartas revelan un intelecto cultivado y lúcido, documentado y perceptivo, Ileno de idealismo moderado por el realismo nacido de la experiencia y la observación aguda. Sin embargo, sus obras mayores están escritas con gran estilo y habilidad, para impresionar a aquellos a quienes iban destinadas: por ejemplo, la célebre Carta de Jamaica, enviada desde Kingston en 1815 y dirigida a un público inglés que aún podía dudar de la legitimidad del espíritu independentista de Hispanoamérica; o el discurso de Angostura, pronunciado ante los vacilantes legisladores venezolanos del Congreso de Angostura en 1819, en un esfuerzo por robustecer su resolución de emprender el asalto continental contra el imperio español y la creación de un gobierno fuerte. Cada una de estas muestras, junto con otras obras clásicas bolivarianas, podría aparecer en una antología de grandes cartas hispanoamericanas.

Dentro de este marco, Bolívar tuvo mucho que decir acerca del futuro y el pasado de la América española. Aunque frecuentemente influidos por el peso de crisis polfticas y necesidades militares, estos escritos muestran una comprensión nítida y preclara de la índole del ámbito hispanoamericano. Más que ninguno de sus contemporáneos, Bolívar captó la esencia de una Hispanoamérica unida, libre de España, partícipe del creciente comercio mundial de los imperios atlánticos y asociada igualitaria de Gran Bretaña y los Estados Unidos en la administración de los asuntos del hemisferio.

LOS ORIGENES DE UNA AMERICA UNIDA

«Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación… Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería por consiguiente tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse…» (Bolívar, Carta de Jamaica, 6 de septiembre de 1815).

Hoy, el concepto de una Hispanoamérica unida, que actúe según un conjunto común de principios y aspiraciones nacionales, sigue siendo una meta muy anhelada por los países de este hemisferio. Sigue leyendo

Las Indias, Hispanoamérica, nuestra América

«Las Indias eran pues en rigor la América hispana, lo que hoy llamamos Hispanoamérica, la Patria Grande y Nuestra América (…) Entre nosotros, América se hizo frecuente recién en el S. XVIII. Hasta entonces el nombre usual fue Indias, y nuestra sociedad se autodenominó indiana (…) Hispanoamérica e hispanoamericano se hicieron frecuentes durante el siglo XIX (…) La comunidad de origen, historia, cultura y destino permanece como invalorable legado y razón del anhelo, de la idea y de los intentos de Reunificación. Este bagaje histórico-cultural forma el contenido del Hispanoamericanismo»

Las Indias (en color rojo). Durante siglos, la mayor parte del continente formó parte de la Monarquía hispánica, de ahí que en el siglo XIX fuera usual el refirise a Hispanoamérica simplemente como "América".

Las Indias (en color rojo). Durante siglos, la mayor parte del continente formó parte de la Monarquía hispánica, de ahí que en el siglo XIX fuera usual el referirse a América Hispana simplemente como «América».

El siguiente texto es un extracto del capítulo 2 («El escenario ideológico y geopolítico») de la obra «La Patria Grande. La reunificación de Hispanoamérica. Historia de una idea persistente», de Raúl Linares Ocampo (Ediciones del Instituto Bolívar, Arequipa/Berlín, edición de 2010).

No hay término neutral en política. Toda denominación es un nexo entre ideas, creencias, intenciones y la realidad; sea para aclararla, aberrarla o transformarla en la realidad inexistente del mito, que multiplicada al infinito por los medios de comunicación masiva, se lanza a la conquista de la conciencia colectiva. Ya sea que se trate de aclarar o de aberrar, precisa tener en cuenta el poder creador de la palabra. Si es adecuada a la idea que expresa, armoniosa, persuasiva, impactante, vigoriza la idea; en caso contrario, la desvirtúa. El análisis de una ideología –indispensable a la teoría y práctica políticas- debe pues considerar tanto los conceptos que la expresan como sus vehículos idiomáticos.

Un ejemplo de la función mitológica y aberrante es la usual expresión “el ideal panamericano de Bolívar”, que se emplea ya sea en desconocimiento del pensamiento bolivariano, o para falsificarlo. El término panamericano tiene aquí función de mito: sugiere una armonía continental inexistente, la armonía de las culturas anglosajona y latina, esencial y secularmente rivales. Siendo el pensamiento bolivariano apenas conocido entre nosotros, es fácil convertir a Bolívar en campeón de la unidad continental panamericana: basta con citarlo e interpretar el término América en sentido continental donde él quiere decir Hispanoamérica. Para desechar la impostura, valgan estas palabras de una carta a Santander (Arequipa, 30 de mayo de 1825): “Los americanos del Norte por sólo ser extranjeros tienen el carácter de heterogéneos para nosotros. Por lo mismo jamás seré de la opinión de que los convidemos para nuestros asuntos americanos”.

Una ilustración del modo de empleo de la mitología panamericana se encuentra en el discurso del presidente John F. Kennedy al inaugurar su Alianza para el Progreso, empresa creada con la intención de neutralizar la conmoción causada por la Revolución Cubana. Nada más natural para un hispanoamericano que inspirar su verdadera Emancipación en el autor de la independencia: Bolívar. En consecuencia, Fidel Castro puso la revolución victoriosa bajo la égida del Bolívar Libertador y Precursor de la independencia cubana. Ante la asamblea de gobernantes latinoamericanos, convocada para impartir instrucciones, Kennedy lanzó en contraataque: “Bolivar spoke of his desire to see the Americas fashioned into the greatest region in the world, ‘greatest, he said, not so much by virtue of her area and her wealth, as by her freedom and her glory’”. En traducción castellana: “Bolívar expresó su deseo de ver a las Américas constituirse en la más grande región del mundo, ‘la más grande, dijo, menos en virtud de su área y riqueza que de su libertad y gloria’”. El texto original de Bolívar, en su famosa Carta de Jamaica, reza: “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria”. Las palabras subrayadas muestran la falsificación: las Américas en vez de América, y región en vez de nación. Para Bolívar América y nación eran sinónimos de Hispanoamérica; Kennedy reemplaza nación por región, a fin de simular la unidad continental. Por ignorancia, temor o complicidad, ningún mandatario latinoamericano contradijo el fraude. Sigue leyendo

La crisis hispánica antes de la separación

«El proceso que llevó a la separación de la América española (…) fue la consecuencia de una gran revolución política que culminó en la disolución de un sistema político mundial (…) los pueblos de la Península y del Nuevo Mundo se opusieron de manera casi unánime a los franceses. La amenaza externa acentuaba los factores que los unían»

Vista de la Plaza Mayor de México, según un óleo de autor anónimo (hacia 1797).

Vista de la Plaza Mayor de México, según un óleo de autor anónimo (hacia 1797).

El siguiente texto es un extracto del ensayo titulado «México, Estados Unidos y los Países Hispanoamericanos: Una visión comparativa de la independencia», de Jaime E. Rodríguez O., catedrático de historia y director del Programa de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de California, Irvine. Publicado por Universidad de Alcalá/Instituto de Estudios Latinoamericanos (IELAT), mayo de 2008. Tomado del sitio web de la Universidad de Alcalá (Madrid).

El proceso que llevó a la separación de la América española respecto de la monarquía no fue una lucha anticolonial. Lejos de ello, fue la consecuencia de una gran revolución política que culminó en la disolución de un sistema político mundial. La ruptura fue parte integral de un proceso más amplio que estaba transformando las sociedades del Antiguo Régimen en  Estados nacionales modernos y liberales (Rodríguez, 2005).

A diferencia de los británicos americanos, los españoles americanos no se rebelaron contra la madre patria. En lugar de ello, reaccionaron contra la invasión napoleónica de la Península ibérica, contra la expulsión de la familia real española en 1808 y contra la imposición de José Bonaparte, hermano de Napoleón, como rey de la Monarquía española. El rey usurpador, José I, no fue aceptado como nuevo dirigente de la Monarquía, ya que simbolizaba a los “ateos” franceses cuyas acciones habían puesto en peligro los fundamentos  mismos de la sociedad hispánica – la Iglesia, representante de Dios en la Tierra, y al rey legítimo Fernando VII, que personificaba los derechos y libertades hispánicos. Para que la Monarquía española siguiera existiendo, se precisaban acciones extraordinarias a fin de establecer un gobierno que expulsara a los franceses y gobernara en nombre de Fernando VII hasta que éste quedara libre y regresara al trono. Aun cuando en un principio las autoridades principales y algunos miembros de la burocracia real, la nobleza y el alto clero, así como los militares aceptaron a José Bonaparte como rey, el pueblo, un nuevo actor político, no hizo lo mismo. El 2 de mayo de 1808, los residentes de Madrid expulsaron a las tropas francesas fuera de la capital. Su victoria momentánea desató una serie de acontecimientos políticos y militares que transformaron el mundo hispánico. Cada provincia formó una junta regional para gobernar. Y cada junta provincial invocó el principio legal hispánico según el cual, en ausencia del rey, la soberanía recaía en el pueblo, así que cada junta actuó como si fuera una nación independiente Sigue leyendo

México: Cronología de un despojo territorial

El siguiente texto está extraído de “El gigante de las siete leguas. Prontuario ilustrado de las agresiones de Estados Unidos contra los pueblos de nuestra América”, publicado por el Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado (Editorial Capitán San Luis. La Habana, 2011).

Territorios de México y Estados Unidos a principios del siglo XIX. Aunque ya entonces Estados Unidos se había apropiado de amplios territorios de Nueva España, todavía la superficie de México equivalía a casi las tres cuartas partes de la de Estados Unidos. Tras la guerra de agresión expansionista de este país contra México, este perdió más de la mitad de su territorio: uno de los mayores despojos territoriales jamás sufridos por un gran país.

Territorios de México y Estados Unidos a principios del siglo XIX. Aunque ya entonces Estados Unidos se había apropiado de amplios territorios de Nueva España (incluyendo Florida y Luisiana), todavía la superficie de México equivalía a casi las tres cuartas partes de la de Estados Unidos (que entonces aún no poseía Alaska).

1799

Ciudadanos estadounidenses, encabezados por Philip Nolan, invadieron el norte del Virreinato de Nueva España, territorio que adoptó el nombre de México después de su independencia.

«[…] se cree que cumplía una misión de Jefferson […]» (Ramiro Guerra Sánchez).

1804

El ex presidente John Adams expresó que «[…] la gente de Kentucky está llena de ansias de empresa y aunque no es pobre, siente la misma avidez de saqueo que dominó a los romanos en sus mejores tiempos. México centellea ante nuestros ojos. Lo único que esperamos es ser dueños del mundo». Sigue leyendo

La moneda hispanoamericana

«Estas corrientes no se detuvieron en los confines de América (…) y junto con las de Guatemala y México, y más tarde Chile y otras, inundaron, por así decirlo, el mundo entero; y el duro español o piastra, y las relucientes onzas, fueron internacionalmente aceptadas en las transacciones comerciales y particulares. Su gravitación, ha sido enorme en la economía de muchos países europeos y asiáticos, los que contramarcaron, cortaron, perforaron y resellaron la moneda Colonial Hispanoamericana, para que circulase como propia»

El siguiente texto es un extracto del artículo titulado «La moneda hispanoamericana – Sistema monetario», de Juan Bautista Gill Aguinaga, publicado en la separata de la Revista Nacional de Cultura, Año 1, Número 1 (Asunción, Paraguay). Tomado del sitio web Portal Guaraní (Año 2012).

Colmnario de plata acuñado en la ceca de México en 1758.  Los Estados Unidos se inspiraron en las columnas de Hércules para crear el símbolo del dólar ($). El lema en latín "Utraque Unum" significa "ambos son uno" y simboliza la unidad de la Monarquía hispánica en ambos hemisferios.

Columnario de plata acuñado en la ceca de México en 1758. Estados Unidos se inspiró en las columnas de Hércules de esta moneda para crear el símbolo del dólar ($). El lema en latín VTRAQUE VNUM significa «ambos son uno» y simboliza la unidad de la Monarquía hispánica en ambos hemisferios.

Este trabajo, no tiene otra pretensión que dar una explicación general, sobre la moneda Colonial Hispanoamericana y su sistema de valores, con motivo de esta Primera Exposición Numismática Colonial Hispanoamericana, que se presenta en nuestro país, bajo los auspicios de los Institutos Paraguayo de Cultura Hispánica y de Numismática y Antigüedades del Paraguay, en adhesión al IV Centenario de la muerte del Gobernador Domingo Martínez de Irala, fundador de la nacionalidad paraguaya.

Tratándose de una Primera Exposición Numismática en nuestro medio, no podían faltar las monedas que circularon en nuestro país desde su independencia hasta nuestros días, y es así que, en homenaje al Paraguay y España, presentamos también el numerario español, desde Isabel II a la fecha, y las monedas paraguayas desde 1845; vale decir, desde la primera acuñación nacional, expresiva de su soberanía, también, hasta las actuales.

Nos hemos permitido incluir, además, para mejor, conocimiento del público, piezas batidas en España, desde los Reyes Católicos, en 1474, bajo cuyos reinados fue descubierta América, hasta las de Fernando VII, inclusive 1833, en razón de que dichas piezas, han circulado en América Española, al igual que las monedas batidas en las cecas coloniales. Se exponen, igualmente, monedas españolas qué circularon en sus dominios de Europa, África y Asia, en la mencionada época, como otras de la Edad Media. Sigue leyendo

El Pacto de Familia

«He aquí dos ideas básicas, dos premisas de la política hispanoamericana de Lucas Alamán: los países hispanoamericanos son miembros de una familia histórica cuyo interés común es salvaguardar su existencia; sus relaciones son específicas y deben ser objeto de trato especial. En consecuencia deben unirse en un Pacto de Familia (…) El “gran objeto político (…) es el promover la unión de todas las Repúblicas formadas de lo que antes fue Colonias Españolas, para que procedan de acuerdo en todo lo que puede llamarse intereses comunes, y restableciendo los lazos fraternales que entre ellas existían y que nunca debieron romperse por la independencia, se adquiera para todas la consideración que en la política sólo se concede a las grandes masas”. Es la idea persistente común al pensamiento de Egaña, Bolívar, Muñoz Tébar, del Valle, Zea»

Lucas Alamán, en un grabado incluido en su obra "

Lucas Alamán, en un grabado de mediados del siglo XIX. Espíritu culto y político de gran visión estratégica, comprendió la necesidad de unir a Hispanoamérica para convertirla en una gran potencia capaz de salvaguardar su existencia y defenderse de las amenazas de potencias extranjeras, particularmente Estados Unidos.

El siguiente texto es un extracto del libro «La Patria Grande. La reunificación de Hispanoamérica: Historia de una idea persistente» (Capítulo 14), de Raúl Linares Ocampo (Ediciones del Instituto Bolívar, Arequipa-Berlín, edición de 2010). El presente artículo es uno de los escasos textos que actualmente pueden encontrarse en internet sobre el Pacto de Familia de Lucas Alamán, una de las figuras clave del unionismo hispanoamericano.

Desechada la opción a una reunificación por lo menos parcial a causa del fracaso del Congreso de Panamá, en adelante nuestros países debían enfrentarse aislados a potencias europeas ya consolidadas y de infinito poder; a los Estados Unidos, “una poderosísima nación, muy rica, muy belicosa, y capaz de todo; y al imperio brasileño, ocupado en extender su frontera a costa del territorio hispanoamericano. Lucas Alamán, como único vidente entre los ciegos del gobierno mexicano, había apoyado desde el principio y sin reservas la empresa bolivariana: firmó los tratados de alianza con los artículos de intervención, defendió su carácter anfictiónico, y por tanto se opuso a la participación de los E.U., y vio en la Confederación Hispanoamericana el medio adecuado para defender la integridad del territorio mexicano “contra las acechanzas de sus enemigos”, como Bolívar ofrecía. Cayó derrotado por la diplomacia autocolonial, según vimos. Años después retorna a la Secretaría de Estado desde la cual intenta realizar una variante de la empresa bolivariana. El presente capítulo la describe, a la vez que recoge su testimonio sobre la verdadera causa del fracaso del Congreso de Panamá, del cual él fue inicialmente un protagonista y cuyos documentos probatorios estaban a su disposición en la Cancillería. La diplomacia autocolonial de la República Criolla lo derrotó una segunda vez, por patriota. Sigue leyendo

La disgregación del Reino de Indias [prólogo]

«América Española, hasta los inicios de “la Revolución” fue y formó toda ella una entidad política única; un solo estado unido al de España por la corona, pero perfectamente diferenciable y diferenciado por la diversidad de instituciones y regímenes de organización (…) lo importante de esa formación inicial, que duró trescientos años, fue que el Reyno de Indias fue una unidad. Unidad nacida en la isla de Santo Domingo, como núcleo fundacional, del cual surgieron otros muchos núcleos»

El Reino de Indias (Hispanoamérica) hacia finales del siglo XVIII. La que estaba destinada a ser una de las más extensas y poderosas naciones del mundo acabó fragmentándose en multitud de repúblicas.

El Reino de Indias (Hispanoamérica) hacia finales del siglo XVIII. La que estaba destinada a ser una de las más extensas y poderosas naciones del mundo acabó fragmentándose en multitud de repúblicas.

El siguiente texto constituye el prólogo a «La disgregación del Reyno de Indias», obra del político, historiador y escritor uruguayo Felipe Ferreiro (1892-1963). El libro fue editado en Montevideo por Barreiro y Ramos en 1981, y consta de una recopilación de artículos llevada a cabo por el hijo del autor, el Profesor Hernán L. Ferreiro, que es así mismo autor de este prólogo.

Hay hechos del pasado que permanecen vivos en nuestra mente; vivencias tan claras que nos obligan a actuar. En nuestro caso, el deseo de Felipe Ferreiro de dar a la imprenta el fruto de sus investigaciones.

Han pasado muchos años desde su muerte. Durante ellos hemos buscado, ordenado, compilado, mil trabajos dispersos en diversas publicaciones. Muchas veces hablando del tema, con quienes le conocieron llegamos a la conclusión de que sólo la publicación de sus trabajos de décadas, haría que las nuevas generaciones de estudiosos de la historia le valoraran en sus justos términos a través de una lectura directa y no de citas incompletas y muchas veces confusas, accesibles sólo para exquisitos.

El espaldarazo, nos lo dio Vicente Sierra, el más auténtico de los grandes maestros vivientes de la historia americana. Partícipe de nuestras inquietudes, nos aconsejó y apoyó.

En carta de 18 de agosto de 1980 nos expresa: “América no podía olvidar a su padre, el doctor Felipe Ferreiro, una de las personalidades más preclaras en el estudio de los factores más trascendentales de la historia de los pueblos de Hispanoamérica, generalmente desconocidos por la influencia nefasta de una historiografía oficializada por razones políticas, extrañas a la esencia misma de su destino histórico. La tarea que Ud. se ha impuesto, impulsado por su amor filial es, además de acto de justicia, vindicación necesaria para que nuestra América comprenda la urgencia de recuperar la vía de su destino, que nuestros pueblos no recuperarán sin fortalecer su conciencia histórica por el camino de los valores permanentes de su pasado, desvirtuado por interpretaciones negativas”.-

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La verdad histórica, por el solo hecho de ser eso, verdad histórica, debe merecer consideración y respeto: no ha de ocultarse ni tampoco desvirtuarse “pese a quien pese”. Sigue leyendo

Isabel la Católica y el indio americano

«la Soberana inauguró una política de protección del indio que a medio o largo plazo evitó la trata masiva de indios. Así, pues, la Reina Católica (…) determinó por una Real Provisión, fechada en Sevilla, el 20 de junio de 1500, que los indios que se encontraban en Andalucía, enviados por Colón, se pusiesen en libertad y se devolviesen a sus «naturalezas» en el Continente americano. Sin duda esta Real Cédula supuso un auténtico hito en la historia social de Hispanoamérica»

Isabel la Católica, en un retrato de 1474 atribuido al pintor Bartolomé Bermejo (Palacio Real de Madrid).

Isabel I de Castilla, en un retrato de 1474 atribuido al pintor Bartolomé Bermejo (Palacio Real de Madrid). La labor de la Reina en favor de la libertad del indio americano resultó decisiva en la posterior supresión de la esclavitud.

El siguiente texto es un fragmento del trabajo titulado «Isabel la Católica y el indio americano», de Esteban Mira Caballos, Doctor en Historia de América e investigador especializado en las relaciones entre España y América, así como miembro correspondiente extranjero de la Academia Dominicana de la Historia y del Instituto de Estudios Heráldicos y Genealógicos de Chile. El texto se ha tomado del sitio web del mismo autor.

LA REINA CONVIERTE A LOS INDIOS EN VASALLOS

A finales del siglo XV el riesgo de que las Indias se convirtiesen en un inmenso mercado de esclavos con destino al Viejo Continente era muy elevado por el fracaso económico de la factoría colombina. Desde luego hubiese sido la solución más rápida al problema de inviabilidad económica al que se estaban enfrentando las colonias.

Por fortuna la Soberana, inauguró una política de protección del indio que a medio o largo plazo evitó la trata masiva de indios. Así, pues, la Reina Católica, lejos de aceptar este proyecto, determinó por una Real Provisión, fechada en Sevilla, el 20 de junio de 1500, que los indios que se encontraban en Andalucía, enviados por Colón, se pusiesen en libertad y se devolviesen a sus «naturalezas» en el Continente americano. Sin duda este Real Cédula supuso un auténtico hito en la historia social de Hispanoamérica. Sigue leyendo

La ocupación de la Florida

El siguiente texto está extraído de «El gigante de las siete leguas. Prontuario ilustrado de las agresiones de Estados Unidos contra los pueblos de nuestra América», publicado por el Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado (Editorial Capitán San Luis. La Habana, 2011).

Mapa de Florida de 1570 perteneciente al ‘Theatrum Orbis Terrarum’, considerado el primer atlas moderno

Mapa de Florida de 1570 perteneciente al ‘Theatrum Orbis Terrarum’, considerado el primer atlas moderno. Florida fue parte de la América hispana durante más de 300 años.

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El proceso de expansión territorial llevado a vías de hecho por las autoridades desde el surgimiento de Estados Unidos como nación, incluía apoderarse de los vastos territorios situados al sur de sus fronteras que eran posesiones españolas; entre ellos, la península de la Florida y los territorios aledaños hasta el Mississippi, identificados como Florida occidental. Sigue leyendo