Archivo por meses: junio 2013

Una visión atlántica

«La independencia hispanoamericana no consistió únicamente en la separación respecto de la madre patria, como en el caso de Estados Unidos; también destruyó un vasto y receptivo sistema social, político y económico que funcionaba bien pese a sus muchas imperfecciones. La monarquía española mundial había demostrado ser flexible y capaz de contener las tensiones sociales e intereses políticos y económicos encontrados durante casi 300 años. En la época posterior a la independencia, se hizo evidente que, de manera individual, las antiguas partes de la monarquía española se encontraban en desventaja competitiva»

Sesión de las Cort

Sesión de las Cortes en la Isla de León. Dibujo de Juan Gálvez (hacia 1810). Museo Lázaro Galdiano (Madrid).

Artículo de Jaime Edmundo Rodríguez Ordóñez. Catedrático de historia de América Latina en el Departamento de Historia de la Universidad de California, Irvine. Publicado en el sitio web mexicano Nexos el 1 de septiembre de 2009.

El bicentenario de las independencias hispanoamericanas ha llevado a historiadores, funcionarios y público en general a revalorar aquel complejo periodo. La mayoría de quienes estudian esa época rechazan las interpretaciones “oficiales” de los acontecimientos que habrán de celebrarse en los años que vienen. Las interpretaciones tradicionales de la independencia hispanoamericana, que aún hoy son ampliamente aceptadas, recurren a diversos argumentos para justificar la separación respecto de la monarquía española. Por lo general, sostienen que España había sido una potencia retrógrada y represiva, y que la independencia era la única vía para liberar a los americanos de la opresión. También arguyen que las naciones existían ya antes que el Estado y que la emancipación no hizo sino reconocer la existencia de tales entidades políticas independientes. Pero la independencia de la América española no constituyó un movimiento anticolonial, como muchos afirman, sino que formó parte tanto de una revolución dentro del mundo hispánico como de la disolución de la monarquía española. A decir verdad, España fue ella misma una de las nuevas naciones que emergieron de la fragmentación de aquella entidad política mundial. Sigue leyendo

Día de la Fraternidad Hispanoamericana (26 de Julio)

Bandera de Hispanoamérica

Bandera de la Hispanidad creada por Ángel Camblor, capitán del Ejército Nacional de Uruguay, y adoptada por los Estados hispanoamericanos durante la Conferencia Panamericana de 1933 en Montevideo.

Decreto de Carlos Julio Arosemena Tola, Presidente Constitucional de la República del Ecuador del 17 de septiembre de 1947 al 31 de agosto de 1948, por el que se designó el 26 de Julio como Día de la Fraternidad Hispanoamericana.

Considerando:

QUE es necesario estrechar los vínculos de solidaridad que unen a los pueblos hispanoamericanos, fundados en la comunidad de origen y cultura, y en el  hecho de haber nacido a la vida independiente gracias al genio y esfuerzo  heroicos de unos mismos Libertadores;

QUE, prosiguiendo la finalidad apuntada, debe señalarse un día para que, cada año, se lleven a cabo actos que alienten, en el sentimiento de estos pueblos, el recuerdo de las glorias comunes y fortalezcan la conciencia de la unidad, vigorosa y constructiva, y la fe en la realización de los ideales de! solidaridad hispanoamericana acariciada por los Libertadores de América;

QUE el 26 de julio de 1822, Bolívar y San Martín, se encontraron en Guayaquil, y, en abrazo fraterno, fusionaron ideales y heroísmos, sacrificios y glorias, abrazo que simboliza el continuado esfuerzo de los Estados Hispanoamericanos por estructurar una Comunidad que afiance en prosperidad y grandeza;

Decreta:

Art. 1.- Desígnase el 26 de Julio Día de la Fraternidad Hispanoamericana. Sigue leyendo

Hispanoamérica: nuestro espacio en el mundo

acto hispanoamerica o mercosurConferencia de Carlos Leáñez, abogado y profesor de idiomas de la Universidad Simón Bolívar, impartida en el foro titulado «Hispanoamérica o Mercosur: el espacio de Venezuela en el mundo», organizado por Monitor Legislativo y por el Colegio de Internacionalistas de Venezuela, y celebrado el 30 de enero de 2013 en el Centro Ávila de Caracas.

«¿No se corre el riesgo de morir aplastado cuando uno va a la cama con elefantes? (…) El hecho es que, al día de hoy, estamos en la cama con un elefante, que es Brasil (…) Nosotros estamos inscritos en la segunda lengua internacional del mundo (..) Inglaterra y Portugal tuvieron su descendencia, y lograron consolidarla (…) el éxito de las dos «mega-repúblicas» es indudable, y mi pregunta es: ¿nosotros no podríamos ser otra mega-república? ¿O vamos a seguir dependiendo de estos dos elefantes? (…) Bolívar evidentemente se daba cuenta al final de su «gesta» que había logrado independencia sacrificando unidad, generando «republiquetas y gobiernitos» (…) Cuando estábamos en el imperio español, estábamos en el juego mundial. Cuando Inglaterra logra, con gran éxito, acabar con el imperio español (…) mató dos pájaros de un tiro, por un lado, mató el pájaro español, y por otro lado nos mató a nosotros generando veinte repúblicas (…) El problema de los relatos nacionales es que nos hacen creer que ya (…) llegamos a nuestra casa (…) No; yo los llamo a Uds. a pensar que nuestra casa es Hispanoamérica (…) Hispanoamérica nos da la escala adecuada para estar en el mundo; una diferencia suficiente antes los demás (…) Nosotros, en términos histórico-culturales, somos un elefante. Volvamos eso una construcción jurídico-política»

Pulse aquí debajo para escuchar toda la intervención:

Hispanoamérica: ¿una o veinte naciones?

“España se había desdoblado en otra nación iberoamericana. Esta nación colonial carecía de derechos políticos, soberanía popular y progreso técnico. Pero de todas maneras era una nación integrada por el tejido conjuntivo de la lengua, el territorio, la psicología y la religión, asentada sobre una economía mixta con escasa articulación e interrelación internas” (Jorge Abelardo Ramos)

imagesCapítulo extraído del libro «La verdadera historia de la separación de 1903», del sociólogo y político panameño Olmedo Beluche, publicado en el sitio web panameño El Dorado (Biblioteca Virtual Iberoamericana y Caribeña).

A poco de cumplirse dos siglos de la emancipación americana, en la que enormes ejércitos comandados por Simón Bolívar luchaban, entre otras cosas, por constituir una gran nación Hispanoamericana, sigue en pie la pregunta de si esta aspiración era una utopía irrealizable o si era, y sigue siendo, un sueño factible. En caso de que la respuesta sea la segunda variante, cabe preguntarse por los factores que incidieron en su fracaso, y si estamos en condiciones de superarlos en la actualidad. Sigue leyendo

Por qué hacerle preguntas al pasado

«No venimos de una revolución democrática y moderna. Sino de muchos golpes de Estado autoritarios, aristocráticos, y pre modernos (…) Querían el poder que el imperio les negaba porque privilegiaba a sus propios nobles aristócratas. Y lo tuvieron. Y los más perjudicados fueron nuestros pueblos (…) Los más de cien años que pasamos de espaldas a España los estamos pagando caro. Nos afrancesamos o anglificamos artificialmente. Y en esa operación política, llevada adelante por elites irresponsables, se nos fue la energía de nuestros pueblos (…) los hispanoamericanos no podemos seguir viviendo con un relato falso (…) éste es un problema de la sociedad, y por tanto de la política (…) Si el pasado no se comprende, se reitera hasta el infinito (…) el nuevo relato se está escribiendo en diversos ámbitos de nuestra Hispanoamérica»

Cortes de Cádiz

Detalle del célebre cuadro de Salvador Viniegra «La promulgación de la constitución de 1812»

Texto base del discurso pronunciado por el catedrático de periodismo digital Daniel Mazzone el 6 de julio de 2011 en la Facultad de Comunicación de la Universidad ORT (Montevideo), durante la ceremonia de presentación de su libro «Hispanoamérica. Interpelación a los fundadores» (Ediciones de la Plaza).

Hace 11 años que dicto una materia cuyo foco es el gran cambio cultural de nuestra época, analizado desde el periodismo y las nuevas formas de la mediatización. El curso es un laboratorio en el que pensamos los fenómenos contemporáneos. Ayer, en la evaluación final del semestre, un alumno se refirió a cuánto nos cuesta entender que los procesos tecnológicos desarrollados en universidades y empresas norteamericanas y europeas, afectan nuestra vida aquí. Es la reiteración de la angustia que generación tras generación, explícita o implícitamente, nos presiona sin saber qué hacer con ella. En qué consiste esa angustia tan uruguaya como hispanoamericana.

Cuando hubo que resolver la construcción de un ferrocarril y el tendido de vías férreas, en plena revolución industrial del siglo XIX, digamos entre 1840 y 1860, debimos llamar a técnicos y compañías extranjeras, y les cedimos la posibilidad de que construyeran los trenes, e hicieran los tendidos de las vías férreas, pero también la decisión del trazado de los recorridos y estaciones. Entregamos el negocio completo a las compañías inglesas. Claro, hicieron el tendido que les convenía. Ahora bien. Eso lo hicimos 20 o 30 o 40 años después de independizarnos. De qué independencia hablamos, cuando no teníamos ni fuerza para poder imponer un trazado férreo. Es obvio que nos incorporábamos al flujo de la historia como países débiles. Lo primero que hicieron los fundadores de los EE. UU. fue trazar un ferrocarril de costa a costa. Nuestros fundadores no tenían idea de qué ferrocarril querían. No eran buenos indicios; ningún país se desarrolla si carece de energía y potencia como para tomar decisiones soberanas, sustentables en el tiempo y útiles para su futuro. Sigue leyendo

Un siglo de dispersión hispanoamericana

«las pequeñas banderas que allí se mezclaron, como un prólogo necesario a la prosecución de la guerra por la libertad del Perú, del alto y el bajo Perú, no han adquirido lo que su símbolo de colores quería significar: una sola gran patria, que, por unida, podría salvar a esta inmensa región del mundo del subdesarrollo y la dependencia que han padecido, y padecen actualmente, todos nuestros países»

Capitulación de Ayacucho, óleo de Daniel Hernández (1924). Museo del Banco Central de Reserva del Perú.

Capitulación de Ayacucho, óleo de Daniel Hernández (1924). Museo del Banco Central de Reserva del Perú.

Artículo de opinión del escritor, historiador y diplomático Alfredo Pareja Díez-Canseco, publicado en el periódico digital ecuatoriano ExploRed, el 24 de mayo de 1992.

Cansado hasta la hartura el ánimo por la tormenta electoral, se reconforta con el recuerdo de los cien años de la Batalla de Pichincha, en la cual el joven genio bélico de Antonio José de Sucre incorporara en esa Batalla la Colombia construida por Bolívar a las posibilidades de la unidad hispanoamericana, amenazada por la ambición subalterna de los caudillejos.

Caudillejos que, grandes o pequeños, bárbaros o engreídos de sabiduría limitada a la imitación de culturas ajenas y opuestas a las nativas indo-españolas, han continuado, hasta nuestros días, impidiendo la restauración de la unidad que parecía existir, con numerosas excepciones, durante la dominación española. Digo que parecía existir, pues la Colonia habíala fragmentado en trozos contrapuestos, que los nuevos señores criollos, desde la Independencia, aprovecharían para colmar la copa sin fondo de sus privadas y personalísimas ambiciones.

No puede olvidarse que en el magno acontecimiento del 24 de Mayo participaron los hoy venezolanos, Sucre el primero, los hoy colombianos con Córdova, por caso, (aquél de la orden, ­arriba, paso de vencedores!), los peruanos de la división de Santa Cruz, de la actual Bolivia, entonces Alto Perú, los chilenos y argentinos del general Lavalle… Y otros líderes de los fragmentos de lo que sería a poco la amarga desunión. Sigue leyendo

Brasil: 121 años

«Ningún país andino conmemora las grandes pérdidas territoriales a manos de Brasil, aunque Bolivia o Perú siguen muy resentidos por que Chile les arrebató áreas menores. En Hispanoamérica se suele recordar las carnicerías de los conquistadores o las invasiones de EE.UU., pero ya poco se habla de la mayor matanza post-colonial del hemisferio (la de la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay) (…) Brasil no solo tiene una lengua diferente (…) sino que tiene una historia muy singular. No fueron colonia de España y, más bien, llegaron a ser el único país americano en liderar un imperio ultramarino (…) Mientras México o Bolivia perdieron territorios a todos sus vecinos, Brasil les arrebató grandes extensiones a casi todo su vecindario. Es el país suramericano más influido por la esclavitud (fue el último en abolirla…)»

Mapa de las cortes de 1749, trazado para el Tratado de Madrid. La línea roja muestra cómo era la división según el Tratado de Tordesillas. Gran parte del territorio actual de Brasil fue arrebatado por este a Hispanoamérica.

Mapa de las Cortes de 1749, trazado para el Tratado de Madrid. La línea roja muestra cómo era la división según el Tratado de Tordesillas. Gran parte del territorio actual de Brasil fue arrebatado por este país a Hispanoamérica.

Artículo del analista internacional Isaac Bigio, publicado el 17 de noviembre de 2010 en el sitio web PanamaAmerica.

En el 2,010 las 4 mayores repúblicas hispánicas celebran sus 200 años de vida mientras que el resto de la América continental hispana ha iniciado un periodo de 15 años donde se conmemora o conmemorará, el bicentenario de alguna victoria republicana en su suelo.

Uno podía esperar que el mayor país latinoamericano también debería estar cerca de festear sus primeros 2 siglos de vida republicana, sin embargo, Brasil solo llegó a ser república el 15 de noviembre de 1889. El gigante de Suramérica también fue el último país de habla ibérica en su subcontinente en abolir la esclavitud (la cual solo lo hizo en 1888, varias décadas después del resto).

Estas fechas pueden confundir a algunos, pues Brasil pone como su día de la independencia a la proclama del 7 de septiembre de 1822 en el cual el hijo portugués (Pedro I) del rey de Portugal (Juan VI) dijo “me quedo” y creó su propio Imperio asentado en el mayor territorio portugués que existía (el de América del sur). Pedro I murió en 1834 en la misma capital portuguesa donde nació en 1798 (Lisboa). Su hijo Pedro II fue el Emperador del Brasil desde el 7 de Abril de 1831 al 15 de noviembre de 1889. Su reinado de 58 años y 222 días ha sido el más largo que se conozca que haya tenido cualquier Imperio americano antes o después de Colón. Sigue leyendo

Testamento de Isabel la Católica

Video realizado para la exposición de Isabel la Católica que tuvo lugar en la Catedral de Toledo en el año 2005. Las obras que aparecen para ilustrar el documental son piezas de época, del siglo XV- principios del XVI (excepto una que pertenece al siglo XIX), todas ellas relacionadas con el entorno de la corte de los Reyes Católicos. El guión se ha realizado a partir del testamento original de la Reina. La música recoge piezas del mismo periodo, y está interpretada por el grupo Psalterium. La locutora es Amparo Corrochano.

«(…) suplico y encargo que no consientan ni dejen que los indios, vecinos y moradores de dichas Indias reciban agravio alguno en sus personas ni bienes, y que sean bien y justamente tratados»

Alrededores de la literatura hispanoamericana

«El resultado de nuestra independencia fue diametralmente opuesto al de la independencia norteamericana. Poseídos por el poderoso sentimiento de misión nacional que esas ideas les daban, los norteamericanos crearon un nuevo e inmenso país; los hispanoamericanos se sirvieron de esas ideas como proyectiles en sus sangrientas y estériles querellas, hasta que se disgregaron en muchas naciones y pseudo-naciones (…) Hay excelentes poetas y novelistas colombianos, nicaragüenses y venezolanos pero no hay una literatura colombiana, nicaragüense o venezolana. Todas esas supuestas literaturas nacionales son inteligibles solamente como partes de la literatura hispanoamericana (…) La unidad de la desunida Hispanoamérica está en su literatura»

Portada de la primera edición de "Cien años de soledad", de gabriel García Márquez (Editorial Sudamricana, Buenos Aires, 1967).

Portada de la primera edición de «Cien años de soledad», de Gabriel García Márquez, publicada por Editorial Sudamericana (Buenos Aires, 1967).

Conferencia pronunciada por el escritor Octavio Paz en la Universidad de Yale (4 de diciembre de 1976). Tomada del sitio web Cuba Literaria.

Todos tenemos una idea más o menos clara del tema de nuestra conversación. Cierto, es uno y múltiple, sus orígenes son obscuros. sus límites vagos, su naturaleza cambiante y contradictoria, su fin imprevisible. No importa: todas estas circunstancias y propiedades divergentes se refieren a un conjunto de obras literarias poemas. Cuentos, novelas, dramas, ensayos escritos en castellano en las antiguas posesiones de España en América. Ese es nuestro tema. Las dudas comienzan con el nombre: ¿literatura latinoamericana, iberoamericana, hispanoamericana, indoamericana? Una ojeada a los diccionarios, lejos de disipar las confusiones, las aumenta. Por ejemplo, los diccionarios españoles indican que el adjetivo iberoaméricano designa a los pueblos americanos que antes formaron parte de los reinos de España y Portugal. La inmensa mayoría de los brasileños e hispanoamericanos no acepta esta definición y prefiere la palabra latinoamericano. Además, Iberia es la antigua España y también, un país asiático de la Antigüedad. ¿Por qué usar un vocablo ambiguo y que designa a dos pueblos desaparecidos para nombrar una realidad unívoca y contemporánea? Indoamericano ni siquiera aparece en los diccionarios españoles aunque sí figuran indoeuropeo e indogermánico. En cambio, esos mismos diccionarios registran una fea palabra: amerindio. A ningún maya o quechua le ha de gustar saber que es un amerindio. De todos modos, indoamericano no sirve: se refiere a los pueblos indios de nuestro continente: su literatura, generalmente hablada, es un capítulo de la historia de las civilizaciones americanas.

La palabra latinoamericano tampoco aparece en la mayoría de los diccionarios españoles. Las razones de esta omisión son conocidas; no las repetiré y me limitaré a recordar que son más bien de orden histórico y patriótico que lingüístico. Si latino quiere decir, en una de sus acepciones. «natural de algunos de los pueblos de Europa en que se hablan lenguas derivadas del latín», es claro que conviene perfectamente a las naciones americanas que también hablan esos idiomas. La literatura latinoamericana es la literatura de América escrita en castellano, portugués y francés, las tres lenguas latinas de nuestro continente. Casi por eliminación aparece el verdadero nombre de nuestro tema: la literatura hispanoamericana es la de los pueblos americanos que tienen como lengua el castellano. Es una definición histórica pero, sobre todo, es una definición lingüística. No podía ser de otro modo: la realidad básica y determinante de una literatura es la lengua. Sigue leyendo